sábado, 27 de febrero de 2010

A TÍTULO DE PERSONAL: NO ROMPAS MI CORAZÓN

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Después de que el señorito Felipe Calderón armó su fallida guerra contra el narcotráfico de la competencia, se pone moños y zapatea el tablado, culpando a los medios de información, especialmente impresos, de publicitar al crimen organizado con la extensa cobertura informativa que se les da y que, en cambio, el gobierno gasta millones de pesos por espacios publicitarios para dar a conocer los avances de su administración.

Primero, mister Calderón, la libertad de expresión y el derecho a la información, en concordancia a la línea editorial de cada medio, establecen la agenda noticiosa. Se le dedican grandes espacios a los efectos del enfrentamiento de las fuerzas de seguridad pública con el crimen organizado porque son NOTICIA, aunque hay que reconocer que de tanto repetirse la tragedia el interés público busca otros horizontes. Por ende, los medios no están apoyando causas nocivas y alegatos similares, si un suceso vale la pena, según el criterio de cada medio, se publicará.

Segundo, la comparación que hizo, señor Calderón, entre el gasto publicitario gubernamental y el espacio destinado a reportar las canalladas de la delincuencia, no viene al caso. El gobierno, e incluyo a sus extensiones, los partidos políticos, gastan fortunas pero no en beneficio del pueblo, sino de sus pérfidos intereses ocultos en una dizque publicidad social que es propagada pura, mal hecha. Por la ambición del poder, la grilla despilfarra lo indecible con tal de no salirse del juego. Sabiendo de antemano esto, los directivos de los medios estarían rematadamente locos de ofrecerles las planas gratis; los líos de los grillos que los resuelvan solos.

Tercero, enfurecido mandatario, la cobertura periodística del crimen organizado le ha costado a los medios la muerte de varios reporteros, sin que los responsables estén en la cárcel, cuyo acumulado en su gestión muestra la ineficiencia para garantizar la vida de nadie, que no sea la elite intocable a la que usted pertenece.

No se trata de voltear la tortilla. Si el sexenio actual ofreciera acciones trascendentes y no los chismes y los berrinches de sus integrantes, los periodistas cambiarían la tendencia y se avocarían a difundir el trabajo de sus artífices. Pero con los Poderes de la Unión venidos a menos y el protagonismo barato de las cacatúas aleccionadas, es muy poco lo que se le ofrece al lector de interés.

El punto no es lo que informan los medios, sino las visiones que hace el gobierno para convencer a la Opinión Pública de que están haciendo algo.

Usted, vociferante Felipe, se subió en su macho y determinó que la prioridad era devastar el país a punta de metralla, y pasó de ser el presidente del empleo al presidente del empleo de las armas y los sepultureros. No ponga en otros hombros la irresponsabilidad personal.

El hecho de que la sección de la nota roja de la mayoría de los medios impresos haya crecido no es por el exceso sin escrúpulos de los editores; es por la órdenes que el Alto Mando gira de seguir desangrando a la Patria.

Por cierto, no pudo ser más estúpida la comparación de la tasa de criminalidad brasileña que con la mexicana. “La tasa de homicidios en México es de 12 por cada 100 mil habitantes, mientras que en Brasil es de 25 por cada 100 mil habitantes. Eso sí, Brasil se lleva la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos”.

¿Qué trató de decir? ¿Seremos campeones de fútbol por el número de fallecidos? ¿No importan los caídos si conseguimos lustre internacional?

Y eso de que “El mensaje que los criminales quieren dejar en la sociedad para aterrorizarla, se encargan de expandirlo (los medios)”. Es una declaración fuera de proporción e inteligencia de un verdadero estadista.

Felipe Calderón vive en un mundo, que no es éste, y luego culpa a quien se deje de no comprender.

El silencio le haría un enorme favor a su figura. ¿No creen?

No hay comentarios: