Sabiendo lo que va a suceder a la petición ciudadana que el presidente Felipe Calderón, con un ejemplar en mano y en audiencia pública, explique a México el artículo que establece que el matrimonio civil debe de ser entre un hombre y una mujer, unas mil personas de diferentes preferencias sexuales marcharon de la Columna del Ángel de la Independencia (ojo con los senos) a la residencia oficial de Los Pinos como protesta al recurso de ley que la Procuraduría General de la República interpuso ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, argumentando de inconstitucionales los matrimonios y la adopción de personas del mismo sexo.
Sin incidentes mayores, la marcha entregó un ejemplar de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dirigida al titular del Poder Ejecutivo, a fin que no salga luego que no la conoce o que sólo ha leído la suya, de dudosa procedencia.
El hecho de que hayan sido pocos asistentes en comparación a otras movilizaciones sociales no debe hacer creer a la reacción religiosa y de derecha política que será fácil promover la derogación del acuerdo de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, del 21 de diciembre de 2009, en el que se legalizan este tipo de matrimonios y las posibles adopciones de infantes que hagan.
Es fundamental establecer que ese avance jurídico SÓLO norma en la Ciudad de México y no es, como los conservadores de la Nación han pregonado, una cruzada infernal para poner las buenas costumbres de cabeza.
De acuerdo a la magnitud de la imposición, especialmente del Partido Acción Nacional y la Iglesia Católica Mexicana, a pretender perseguir la entrada en vigor de este planteamiento legal, la ciudadanía librepensadora del Distrito Federal va a sacar las garras y saldrá a las calles a exigir el respeto de la diferencia, piedra angular de cualquier democracia que se precie.
Hoy fue una marcha, lo demás será consecuencia de la cerrazón y la intolerancia.
EL ÚLTIMO DE LOS DODOS
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