miércoles, 3 de febrero de 2010

A TÍTULO PERSONAL: EL GENOCIDIO DEMOCRÁTICO

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Esto, Señores del Poder, no es una democracia, es un maldito genocidio.

EL DIARIO de Ciudad Juárez afirma que desde abril de 2009 a enero de 2010 fueron asesinadas 2 mil 434 personas sin que Víctor Valencia de los Santos, exsecretario de Seguridad Pública Estatal de Chihuahua, respingara o dijera esta boca es mía; ufano, ahora se prepara al abordaje de la alcaldía de Juárez para no desentonar en su negligencia.

Y mientras Felipe Calderón, de gira por Japón, avienta rostro y declara el habitual discurso de que México es el mejor de los países posibles; en corto sostiene que no hay una intención política en la oposición gubernamental al matrimonio y la adopción por personas de un mismo sexo, que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es clara al definir al matrimonio como un vínculo legal entre un hombre y una mujer, y que la Procuraduría General de la República está haciendo su trabajo.

Pero cuando se compara la cifra de muertos con la que comienza este texto y pasamos a la pregunta, bienvenida al caso, de la cuestión gay, me preguntó como ciudadano ¿cuál es verdaderamente el papel de la PGR? ¿Frenar la orgía de sangre en la que está, envueltas varias regiones del territorio o hacerle favores idiotas a la reacción que está en el poder?. Sumando todas las bajas a lo largo y ancho del territorio nacional de este ajuste de cuentas entre carteles y poderosos de cuello blanco, la cifraría fácilmente rebasa el millón, que es demasiado para un país en tiempos de paz.

No pasa un día, en esta administración, sin que un mexicano o una mexicana de cualquier edad pierda la vida directa o indirectamente por el accionar del crimen organizado, o lo que es peor en manos de autoridades corruptas y asesinos con placas.

México es el mejor lugar para invertir, pregona el presidente, sin embargo de no ser en el rubro de las funerarias y los cementerios, no alcanzamos a distinguir cómo con tanta sangre derramada, algún extranjero en su sano juicio pondrá un negocio aquí, donde la inseguridad y la muerte se han adueñado de todo.

Dieciséis muertos van del atentado contra estudiantes en Ciudad Juárez y, a pesar de que la sociedad del lugar demanda justicia con todo el peso de la ley, nadie quiere hablar precisamente por el terror a la represalia, a ser alcanzado por el brazo largo del infortunio.

La Secretaría de Gobernación, por cuenta y riesgo, está más presionada por la grilla de los partidos y el reparto de puestos públicos que de asegurar la seguridad nacional. Pesan demasiado los cotos de poder que el destino de la ciudadanía anónima.

Vivimos en un Estado en franca descomposición. La incredulidad y el egoísmo parten a la gente que hace lo propio para valerse por sí misma y proteger a sus seres queridos. Hace mucho, que las leyes y quienes las aplican dejaron de existir en el día a día de millones de mexicanos: honrados, luchones y trabajadores.

Hoy lloramos decesos que enfurecen, que calientan la cabeza y que hacen pensar en venganzas.

Hoy, otra vez, salen los ministros y el Congreso con caras largas a vender “consternación”, al tiempo que reciben llamadas por celular que les indica las oscilaciones de la grilla.

Balean a un jugador profesional de fútbol y hasta Calderón mete las manos contra los culpables. Sucumben miles de connacionales sin fama y, pues, que se los cargue la fregada.

¿Dónde está la multitud orando por los cadáveres, la salud de los heridos, la conmoción de los familiares o la aceptación de la pérdida social? ¿Dónde aparecieron las coberturas exhaustivas de estos casos sin nombre distinguido?



Nota de la Redacción.- Según la Real Academia de Lengua Española, Genocidio es: M. Exterminio o eliminación de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad.

No hay comentarios: