POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
La pregunta no es ociosa. Debería de tener una respuesta. Sin embargo, creemos que fue a hacerse el tío Lolo. Pero vamos por orden.
Después de muchos “ve y diles”, Felipe Calderón hizo público, en vivo y en directo desde la zona del conflicto, su plan de cuatro puntos para recuperar a Ciudad Juárez, Chihuahua, de la violencia que la han puesto TODOS los intereses, políticos, institucionales y delictivos que se disputan ese punto estratégico de la frontera norte con los Estados Unidos.
1.- La recomposición del orden de las instituciones supone una transformación de las relaciones entre los grillos y la ciudadanía, es decir, en este año electoral se esgrime suavemente la incapacidad de los funcionarios priístas para cumplir el objetivo estatal de proteger a sus habitantes, que en términos prácticos quiere decir respetar los tiempos y no levantar olas. A la larga llegará la calma. Igualito que en la problemática de los feminicidios.
2..- El envío de 2 mil 600 policías federales más, dos helicópteros, patrullas y autos blindados, y afinar la coordinación de las fuerzas de seguridad para que no se hagan bolas y no anden persiguiendo fantasmas o equivocándose de malos. O sea, meter fuego al mayor incendio y a ver qué sucede. Por recursos humanos y materiales no se para. Las balas seguirán volando, pero se contestarán.
3.- Impulso a la Educación con la construcción de 5 bachilleratos y tres instituciones universitarias, a la Salud y a recursos para Programas Sociales, como Oportunidades; había que soltar la propaganda y extender el dominio onírico de Calderolandia. La eterna bandera de la pobreza como madres de todos los males y la victoria del paladín republicano mediano, llevando civilización y progreso.
4.- Participación ciudadana, que los juarenses apoyen a los buenos, es decir, a los del poder legal en contra de los malditos, los del poder ilícito, y juntos ciudadanos y gobierno dar el gran paso a la unidad. Ni más ni menos.
Por las dudas, el presidente fue concluyente en no sacar al ejército de la población, uno de los participantes en la tensión que ha movido a la gente al reclamo de las garantías individuales.
Con cara de director de escuela, Calderón, acompañado de su esposa, Margarita Zavala, escuchó los reclamos populares y admitió que, desde años atrás, no se ha escuchado el drama de ese asentamiento fronterizo y aguantó que le dijeran hasta de lo que se iba a morir, al tiempo que la presencia de elementos de protección era más que notoria. Asumió que las mentadas vienen integradas a la chamba e hizo el mejor esfuerzo, durante cuatro horas, de no levantarse y quedar mal con los electores.
Aludiendo a los estudiantes masacrados, el Primer Mandatario externo: “me queda claro, y así lo he dicho desde entonces y lo reitero ahora, eran muchachos ejemplares, deportistas, estudiantes, buenos estudiantes, y buenos hijos, como quisiéramos que fueran los hijos de todos”.
Atrás quedaron las declaraciones idiotas de que los muchachos eran pandilleros y perlas semejantes que urgieron la pedida pública de disculpas.
“Vengo -continuó- a escuchar a la sociedad juarense; también, vengo a proponerles acciones, programas, sí, pero primero quiero escucharlos, y quiero que los miembros del Gabinete, todos, escuchemos lo que ustedes, creo que durante muchos años nos han dicho, nos han querido decir, y probablemente no hemos escuchado debidamente.
Para mí es la hora de que trabajemos a partir del diagnóstico de ustedes, de lo que sufren ustedes, de propuestas de ustedes; porque ustedes son los que viven en carne viva, día con día, la problemática de Juárez”.
La familiaridad de las palabras no es fortuita; es el mismo discurso en caso de emergencia, la cantaleta oficial de “ayúdenme a ayudarlos”, y los ciudadanos se preguntan, en apego a la justicia, no se supone que para eso eres servidor público.
“Quiero que ustedes escuchen lo que nosotros proponemos, que critiquen lo que nosotros proponemos y que veamos, a fin de cuentas, cómo podemos resolver este problema que no es sólo de los juarenses, que lo hemos tomado y lo sentimos como nuestro también, porque sabemos que el dolor de Juárez, si bien es cierto, duele más que cualquier otro al juarense y más que cualquier juarense a quienes han sufrido en carne propia y en su familia los hechos. Nos duele a todo México.
A mí, personalmente, como Presidente de la República me desafía y me duele también que siga abierta esta herida, que no hemos podido cerrar”.
Si vamos a esas, las heridas que México padece son tantas, pero tienen un factor común: la negligencia y la corrupción de los poderosos que, empezando en Los Pinos, están más solícitos al amarre mafioso que al nacimiento de la democracia. Puras lágrimas de cocodrilo.
“El llamado de esos jóvenes, donde quiera que estén ellos ahora, es, precisamente, a que hagamos ahora las cosas distintas. Y que si esas muertes, como dijo una de las personas ahí presentes, tienen sentido, el sentido es que para que nosotros cambiemos a partir de ese sacrificio absurdo, esta realidad; de que despertemos y de que hagamos las cosas rectificando lo que tengamos que rectificar y reforzando lo que estemos haciendo bien y que debamos hacer”,
Por eso, se construirá una cancha de fútbol americano con otras instalaciones, en un llano cercano a la colonia donde asesinaron a los estudiantes juarenses,
Y las cruces de las “muertas de Juárez” no le transmitieron nada, Señor Presidente.
De todo ello nació la pregunta ¿a qué fue Felipe Calderón a Ciudad Juárez?.
A comprometerse en la nada.
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