POR.- EL OGRO
En una comparación real, de esas que no hace el gobierno federal, con las estimaciones de crecimiento de la economía mexicana de 4 y 3.5 por ciento para el presente año y 2012, respectivamente, el producto interno bruto (PIB) del país durante el sexenio de Felipe Calderón será de 1.8 por ciento, el más bajo desde la administración de Miguel de la Madrid.
Esto no preocupa al responsable simplemente porque desde el primer día de administración quedó claro que sería un periodo de pura grilla.
Aunque el país se caracteriza por su estabilidad financiera y sus finanzas públicas sanas, esos dos elementos no son suficientes para lograr un crecimiento elevado y sostenido, precisamente por alentar las formas y no la transformación real de los renglones productivos.
La gran contradicción entre la macro y la microeconomía sigue sin resolverse. Los ricos se reducen y los pobres, bueno, esos no figuran en la imaginación del poder.
Los fuertes vínculos comerciales con Estados Unidos, la falta de fortaleza en el mercado interno, la ausencia de reformas estructurales y no contar con mecanismos para enfrentar los conflictos internacionales son algunos de los factores que incidieron en que el crecimiento de la economía no pasara del potencial que ha registrado en las últimas décadas. Amen de la incapacidad crónica de gobernar de los presidentes “democráticos”.
El PIB en los seis años de Felipe Calderón tendrá un crecimiento promedio de 1.8 por ciento, por debajo de lo que se registró con Vicente Fox (2.15), Ernesto Zedillo (3.53) y Carlos Salinas de Gortari (3.91).
Sólo será superior que el de Miguel de la Madrid, cuando no se alcanzó ni siquiera un crecimiento promedio de un punto, 0.18 por ciento.
En la actualidad México está obligado a crecer 7% anual, de lo contrario se irá debilitando frente a los colosos emergentes de Sudamérica: Brasil y Chile, que están atentos para ganar los espacios productivos y comerciales que el país vaya perdiendo, tanto en lo interno como en lo externo.
Recientemente el Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó los pronósticos de crecimiento de la economía mexicana para este año y el próximo al bajarlos de 4.7 a 3.8 por ciento en 2011 y de 4 a 3.6 por ciento en 2012.
Sin embargo, si bien México es sensible a los acontecimientos mundiales los ajustes son menores que los de naciones avanzadas, alegando una confianza que roza la locura.
A pesar de la tormenta financiera desatada por la crisis mundial de 2009, el gobierno federal no ha recuperado lo perdido y tampoco se ha preocupado en la construcción de una estrategia integral de defensa ante posibles choques económicos. De hecho, la salida recurrente ha sido negar lo evidente e insistir que las palabras desarman catástrofes.
La situación económica del país no ha mejorado y las condiciones de vida para el mexicano promedio van en picada irremediablemente.
Los anuncios constantes de cifras amables sólo demuestran que la economía mexicana funciona en el papel y no en el día a día de millones de seres humanos que pretenden mejorar su existencia a través del trabajo honesto.
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