POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
La Fiscalía boliviana admitió una demanda de una decena de parlamentarios opositores al presidente Evo Morales, a quien acusan de “genocidio” por la violenta intervención policial a la marcha de indígenas que rechazan la construcción de una carretera financiada por Brasil, informó el día primero de octubre de 2011 una fuente del Legislativo.
La denuncia fue admitida por la Fiscalía General, con sede en la ciudad sureña de Sucre, capital constitucional del país, confirmó el sábado el diputado opositor Tomás Monasterio, de la derechista Plan Progreso Bolivia-Convergencia Nacional.
Monasterio justificó la demanda por el delito de “genocidio” porque el código penal boliviano admite esa figura no sólo cuando hay muertes, sino también cuando se ocasionan “lesiones de inhumana subsistencia” y cuando hay “desplazamientos” violentos de personas, lo que, según dijo, ocurrió el domingo 25 de septiembre de 2011.
“Mujeres han sido maltratadas y amordazadas, niños y hombres han sido golpeados, hubo un uso desmedido de violencia (...) Pese a que fue una intervención policial, el presidente no actuó conforme a las leyes para evitar que haya este tipo de hechos”, dijo el diputado.
La Fiscalía tendrá 30 días para investigar la denuncia y, si encuentra suficientes pruebas, Morales podría ser sometido a un juicio de responsabilidades.
Unos 500 agentes atacaron ese día con gases y porras el campamento de los indígenas cerca de Yucumo, a más de 300 kilómetros de La Paz, amordazaron a dirigentes de las etnias amazónicas y a mujeres y trasladaron por la fuerza a decenas de ellos en autobuses y camionetas a pueblos vecinos.
Un reporte de la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos dijo que el ataque policial dejó más de cien heridos y unos 200 detenidos y provocó que “varios niños y niñas fueran temporalmente separados de sus progenitores”.
Independiente a la viabilidad jurídica de la acusación, el hecho se suma a otras tantas decisiones de Morales que cuestionan gravemente el aura mesiánica de reivindicación autóctona que, en su momento, le llevara a la presidencia de Bolivia.
Ejemplo vivo de la incongruencia ideológica, compartida con el funesto de Hugo Chávez, dictador de Venezuela, y Fidel Castro, el decadente líder cubano, Morales está reducido en el afán contra histórico de un indigenismo revisionista que, paradójicamente, no sufre al sacrificar primero a quienes dice defender.
En el mes que remonta a Iberoamérica a la reflexión del descubrimiento de Cristóbal Colón, el improbable asentamiento distintivo de los nativos americanos se convulsiona por la típica traición artera del “indio ladino”.
Contabilizando esa historia, no es fortuito que la mentada izquierda continental tire para el perro, hundiendo el raquítico prestigio en subastas vergonzosas de caricatura política.
Y luego no quieren esos monigotes “castristas” que los llamen idiotas.
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