miércoles, 19 de octubre de 2011

ASUNTOS EXTRANJEROS: CHILE Y LA INVOCACIÓN A REPRIMIR

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Es bien conocido ese discurso dentro de la mentalidad dirigente de Iberoamérica. Basta una inconformidad de la burocracia para sacar el espantajo de la radicalización.

El gobierno chileno aseguró que la Confederación de Estudiantes de Chile (CONFECH) ha sido tomada "por los grupos más ultra, intransigentes e ideologizados" y criticó que hayan desechado la mesa de diálogo para destrabar el conflicto estudiantil que se extiende desde hace cinco meses.

"Lamentamos enormemente que el movimiento estudiantil haya sido hoy día tomado y dirigido por los grupos más ultra, por los grupos más intransigentes, por los grupos más duros, por los grupos más ideologizados", dijo el ministro portavoz del Ejecutivo, Andrés Chadwick.

"El movimiento ya no se preocupará del tema de la educación, sino de la agitación", enfatizó el ministro en declaraciones realizadas en el Palacio de La Moneda, sede del Ejecutivo, pocas horas después de que los líderes de los estudiantes reunidos en la sureña ciudad de Valdivia ratificaran el 9 de octubre de 2011 que no continuarán en la mesa de diálogo con el gobierno.

En la oportunidad, el dirigente de la Universidad Arturo Prat, David Urrea, que también participó de la rueda de prensa, llamó a "radicalizar la movilización y a prepararse para tiempos difíciles".

El ministro Chadwick, tras recalcar que la dirigencia estudiantil ha sido tomada por los sectores más radicalizados del movimiento, añadió que como gobierno "lamentan enormemente esta situación", porque ésta terminará afectando a miles de estudiantes "los que han debido realizar un gran esfuerzo para terminar su semestre".

El ministro manifestó que el gobierno tiene las cosas muy claras y el camino a seguir, y aseguró que el Ejecutivo cumplirá con el compromiso del presidente Sebastián Piñera "como es la calidad en la educación para todos y gratuidad para todos aquellos que lo necesiten.

El gobierno continuará con el debate de los dos proyectos de ley enviados al parlamento en materia de educación "y enviaremos los proyectos de ley que aún faltan".

El pasado miércoles 5 de octubre de 2011, los estudiantes, que llevan casi cinco meses movilizados en pro de una enseñanza gratuita y de calidad, rompieron el diálogo que mantenían con el Ejecutivo, al que acusaron de intransigente en el tema de la gratuidad.

Pese a ello, ese fin de semana se habían reunido en Valdivia, a unos 840 kilómetros al sur de Santiago, para intentar volver a sentarse con el Ejecutivo sin embargo, las universidades tradicionales que conforman la Confederación de Estudiantes de Chile (CONFECH), rechazaron esta posibilidad.

El gobierno aseguró en esta misma jornada que "se terminó" la anarquía en Chile, "que un encapuchado pueda hacer o deshacer en las calles", tras los graves disturbios ocurridos el jueves en las protestas de estudiantes en la capital chilena y en otras ciudades.

"Se terminó aquello de que un encapuchado cree que puede hacer y deshacer, puede enfrentar, escupir y lanzar piedras o bombas molotov a un carabinero; que puede apedrear un local comercial, poner barricadas en cualquier momento o en cualquier calle o buscar incendiar autos", declaró Chadwick.

Movilizados desde mediados de mayo, los estudiantes solicitan al gobierno que se congele el envío al Congreso de proyectos de ley relativos a la educación, que se asegure la transparencia en el diálogo y que no se otorguen recursos públicos a las instituciones que lucran con la enseñanza.

Como siempre, los gobernantes terminan haciendo aquello que critican, empujando a la radicalización de los conflictos, aguardando el momento propicio para terminarlo a costa de lo que sea, siempre y que lo pague el pueblo.

Sin una viabilidad concreta de solución, la crisis estudiantil de Chile, según la voz autorizada de un funcionario, entró en una fase de golpeteo innecesaria. Si efectivamente hubiera una voluntad gubernamental por resolver, las posturas estarían cerradas. Si honestamente el presidente correspondiera a la voluntad del electorado no recurriría al fantoche de la represión.

Chile merece otra forma de tratar a su futuro.

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