POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Si la gente tiene sus resbalones en cuanto a gustos, por qué yo no he de tener una admiración entre chusca y seria por la bibliografía de doña Guadalupe Loaeza, portavoz indiscutible de la única clase que importa en la sociedad feudal en la que vivimos. A lo mejor es masoquismo, a lo mejor afán de pitorrearme del convencionalismo clasista, pero la Loaeza me divierte, entretiene e informa. Por ello, el año en que se cumplen los primeros veinticinco años de la primera edición de “Las niñas bien”,su primer libro, me permito reproducir la nueva clasificación que hizo la autora de las niñas bien del tercer milenio, precisamente para fortalecer la idea que detrás de esas crónicas banales subyace la podredumbre del poder y la soberbia enfermiza de su ostentación.
NIÑAS BIEN, DESOFICIADAS
Todas estudiaron una carrera. Son muy creativas, pero su creatividad no está canalizada de forma productiva. Son muy buenas amigas. Siempre van a ir al gimnasio, pero nunca llegan porque en el camino de pronto se acuerdan de que necesitan pasar al Palacio de Hierro a comprarse algo que necesitan ur-gen-te-men-te. Es obvio que ellas sí son Totalmente Palacio y que nunca de los nuncas pondrían un pie en un almacén como Suburbia. Tienen grandes planes y varias opciones de trabajo, pero tampoco nunca llegan a consolidarlos. Por lo general son dueñas de una energía formidable, la cual usan para divertirse y divertirse y divertirse. Siempre buscan cómo hacerlo (caiga quien caiga). Por otro lado, y por contradictorio que parezca, están cansadas de su condición de desoficiadas, pero no hacen mucho para cambiar su situación. Es justo decir que no están esperando casarse para empezar a vivir, pero se mueren de ganas para encontrar alguien que las quiera. Las más liberadas están constantemente pensando qué pueden hacer en el extranjero, ya sea estudiar, trabajar o solamente pasar el rato. Las que ya lo están haciendo nada más tienen amigos extranjeros, evitando siempre encontrarse con mexicanos. El paso del tiempo no tiene relevancia alguna, ya sean los minutos, las horas o los meses. Las que se la pasan viajando rara vez se quedan en hoteles, ya que donde vayan siempre conocen gente que las invita a su casa. Sus temas de conversación consisten en contar lo que se divirtieron o de lo que se van a divertir ( sin importar si fue hace una semana o un año).
Lugares que frecuentan son: Kashymir (DF), Cluv (con v chica) del Norte (DF), OM (DF), Café O (DF), Baby (Acapulco), Les Caves du Roi (Saint-Tropez), VIP (París), Olivia (Marbella), Bungalow 8 (Nueva York), Cabaret (París), Joseph (LA).
Aunque vayan una vez a estos lugares, siempre son bien recibidas y tienen mesa. ¿Por qué? Porque las reconocen, y los responsables de los locales saben de quiénes son hijas.
A la hora de pagar las cuentas, pagan parejo.
Forma de vestir: La bolsa, los zapatos y el reloj son very important y siempre de marca: fuera de eso, cada quien tiene su manera de vestirse.
Marcas que usan. Dior, Vuitton, Fendi, Cartier, Pucci y Gucci (circa Tom Ford).
Siempre están invitadas a todas las fiestas, aunque no necesariamente van.
Las que estudiaron en el extranjero hablan mínimo tres idiomas.
Viven esperando que sea jueves para poder empezar a reventar y de lunes a miércoles se preparan para el “fin”.
Son malhabladas, pero en público se saben medir.
Llevan tanto tiempo esperando al “niño”, es decir, a la pareja indicada, que muchas de ellas ya no saben si verdad quieren casarse con uno de su clase, o si de plano terminarán haciendo una enorme concesión y aceptarán salir con ese compañero de trabajo que ni es “niño bien”, ni sus papás conocen a sus papás, ni se viste bien, pero que por lo menos les habla bonito.
Tomado de: “EL ABC DE LAS Y LOS MEXICANOS”, GUADALUPE LOAEZA, GRIJALBO, MÉXICO, 2007.
1 comentario:
Ja! increíble ahora sigue la clase media = niñas medio bien. Wow qué fuerte!! Muchas reiríamos o lloraríamos o seguiriamos con nuestras shiiidas actividades.
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