POR.- RAÚL GóMEZ MIGUEL
En estos meses de oscuridad y malas vibras no hay como leer este tipo de notas periodísticas para aceptar que el humor voluntario o involuntario siempre es una medicina espiritual que se agradece.
“La Conferencia del Episcopado Mexicano consideró que sería un pecado de omisión quedarse al margen y guardar silencio ante los festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana”.
Con ese lead, el lector es sorprendido al no saber cómo tomarlo, si como una eventual broma macabra, considerando las fachas de los curas o el parcial enloquecimiento de la curia para ser una estrella adicional de los festejos nacionales que huelen a velorio.
“El arzobispo de Morelia, Alberto Suárez, indicó que la Iglesia Católica reconoce humildemente las debilidades y los excesos cometidos por sus antepasados, al tiempo que señaló que es necesario asumir el pasado con sus luces y sombras”.
Imperturbable a la hora de pedir disculpas y perdón a fuerza, la sotana es discreta y avienta la pelota hacia atrás, siempre son otros los culpables, nunca la continuidad ideológica del gremio. Así, sin perder el aplomo, los cuervos cortésmente piden a las víctimas que han dejado ciegas comprendan el frenesí del ayer e ignoren los excesos recibidos.
“El Episcopado Mexicano presentó la carta pastoral ‘Conmemorar nuestra historia desde la fe para comprometernos hoy con nuestra patria’, con la que se suma al diálogo por la construcción de un proyecto al servicio de la nación que genere un futuro de esperanza para el país”.
Conociendo a las honorabilísimas personalidades de la curia está claro que lo que entienden como compromiso no es otro que mantener los privilegios, la condición de excepción y el derecho a pasarse por el arco del triunfo aquello que considere contrario a su ortodoxa forma de actuar, es decir, la intolerancia tiene que acompañar a la Patria.
“En el documento, los obispos proponen asumir tres prioridades fundamentales para desarrollo de México: combate frontal a la pobreza, educación integral y de calidad para todos, y trabajar por la reconciliación, la armonía y la integración de los distintos componentes sociales”.
Estas líneas parecen tomadas de cualquier discurso político charro en boga y sólo extraña el membrete del grupo en el poder. Que conste, que los siervos de dios han sido los primeros en desprenderse de su riqueza para darle de comer el hambriento, empleo al necesitado, conocimiento al ignorante y pruebas inobjetables del reparto monetario que cada mes realiza en aras de los pobres millonarios en Cristo.
“La Conferencia del Episcopado Mexicano recuerda que la reconciliación debe ser un servicio de la Iglesia en medio de la sociedad, a través del testimonio, del respeto, del perdón y de la valoración de los demás, aun cuando haya grandes diferencias”.
Esto, but of course, no aplica con gays, abortistas, libre pensadores y demás entes que afean y amenazan las bonitas tradiciones mexicanas de la pasividad y la indolencia. No. Los señores desean contribuir a la conformación de un país a conveniencia.
“A través de la carta pastoral los obispos comparten al pueblo de México una reflexión histórica, teológica y pastoral, preparada en las cuatro jornadas académicas Iglesia e Independencia, para comprender mejor ambas gestas históricas y la participación del catolicismo en ella”,
Pues tendrán que echar mano de los émulos de Luis Pasos, “Catón” o “Salvador Borrego” para que la Historia no se les venga encima, ya que en términos objetivos, salvos excepcionales ejemplos, la Iglesia en estos grandes movimientos sociales estuvo, primero en contra, y después se las apañó, quedando con calzador en el grupo de los vencedores, usando al pueblo como fuerza viva dispuesta al sacrificio si no se complacían sus caprichos.
Frente a este cinismo sólo resta verlo como las patadas agónicas de un bufón aferrado a ser rey en una corte anacrónica.
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