ELECFICCIONES: BECANDO AL FRACASO

POR.- EL DODO ELECTOR

Incongruente el grado superlativo, Felipe Calderón premia la ineficacia educativa, el clientelismo demagógico y el desconcierto juvenil, acuñando extravagancias grillas como esa tarugada de ser “el sexenio de las becas para la juventud”, lanzando los programas Síguele y Becas universitarias, con un fondo de cinco mil millones de pesos para beneficiar a un millón de jóvenes y así alcanzar la suma total de casi ocho millones con otros esquemas oficiales federales de ayuda.

Por supuesto que el rendimiento real de esas ayudas nunca han quedado claras, pero la idea no es el incremento sustancial de la inteligencia y el conocimiento, sino la eterna componenda del te doy a cambio de respaldos electorales

Síguele está destinado a 400 mil estudiantes de bachillerato, quienes a partir de la segunda quincena de marzo recibirán mil pesos mensuales, y Becas universitarias para 600 mil muchachos que percibirán el apoyo en tres pagos, el primero en marzo por dos mil pesos, luego mil 500 en julio y octubre, respectivamente.

“Queremos que la beca se pueda ejercer en este año escolar, si no van a tener que esperar hasta el próximo (…), para que no haya pretextos de papeleo, para que la SEP pueda verdaderamente cumplir con su deber a tiempo, porque sabemos que ustedes no pueden esperar meses y meses a ver si ya llegó la beca, necesitamos que hagan su aplicación cuanto antes”, urgió el mandatario.

Los jóvenes deberán en el caso universitario mantener un promedio de siete en los dos primeros años y de ocho el resto.

Muy atrás quedaron los beneficios de la excelencia académica de nueve y diez de calificación permanente. Hoy el panzazo es válido para estirar la mano y hacerle al enmascarado.

Honestamente, no se trata de poner dinero para estudiar, el asunto va por otras directrices. No bastan las múltiples evidencias de retraso formativo de validez universal, en la mente y el oportunismo burocráticos es indispensable silenciar esa mediocridad con ayudas económicas de medio pelo, orientados a mantener estudiantes regulares en sistemas e instituciones de poca competitividad.

Además, que no haga tonto, este nuevo esquema surgió luego de que el mes pasado el presidente fuera criticado el lanzamiento de un plan de créditos para pagar en universidades privadas.

Ahondando en los requisitos señalados por Rodolfo Tuirán, secretario de Educación Pública en funciones, ser alumno regular de una institución de educación media o superior; no recibir beca de algún otro programa gubernamental; y provenir de familia de escasos recursos, con ingresos menores a cinco salarios mínimos, muestran que la intención es abarcar potenciales electores a través del clásico modelito de la limosna pública.

¿No sería mejor: acortar a los beneficiarios, maximizar los mínimos de rentabilidad académica y apoyar aunque fuera un centenar de VERDADEROS talentos, que devolvieran con creces la inversión de la sociedad, en vez de solapar la desigualdad y la producción de una mano de obra sacrificable condenada al distanciamiento de la elite dirigente?

Tiremos el dinero, que por eso nos sobra.