martes, 28 de febrero de 2012

APUNTES: APODACA

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

De por sí, el sistema carcelario en México muestra un deterioro alarmante por falta de recursos, planeación y adecuación a la realidad criminal del país, ahora que a su población monstruosa se ha agregado la presencia de tropas provenientes de los cárteles de la droga, convirtieron al motín en el penal de Apodaca, Nuevo León, en una fuerte llamada de atención para revisar la infraestructura de las cárceles locales y federales a modo de que la coexistencia de las diferentes facciones del crimen organizado no conviertan esos espacios en otra zona de guerra.

La madrugada del 19 de febrero de 2012, presuntos integrantes de Los Zetas y el cártel del Golfo presos en Apodaca, Nuevo León, se enfrentaron con un saldo de 44 muertos. No se usaron armas de fuego, sólo objetos punzocortantes.

Los hechos ocurrieron cuando los presos del ambulatorio Delta fueron atacados por los del dormitorio Coca con puntas metálicas, piedras y barrotes.

Fueron retenidos 17 celadores nocturnos, el director y el jefe de Seguridad, a causa de una probable complicidad ya sea por amenaza, por omisión o por acción de alguna de estas personas en el ajuste de cuentas de los reclusos.

Los encarcelados en los ambulatorios Delta y Coca son criminales de alta peligrosidad, sin embargo, estas secciones son contiguas y están separadas por muros; cada una cuenta con un patio de esparcimiento y guardias. Por ende, las autoridades investigan cómo el grupo agresor cruzó al otro sector y atacó a sus rivales, y lo más importante, ¿quiénes del personal facilitaron la acción?.

Aunque los hechos ocurrieron a las tres de la mañana, no sería hasta las siete que se supieron fuera de la cárcel.

La mayoría de las víctimas eran del dormitorio Delta, y no hubo muertos ni heridos entre el personal de la prisión.

Después de 15 horas, las autoridades no habían podido conocer qué grupo criminal invadió el territorio del otro, pero tenía identificados a 35 fallecidos.

Cada uno de los ambulatorios donde ocurrió el enfrentamiento guarda alrededor de 750 internos, es decir, que son los más sobrepoblados (60 o 70 por ciento, aproximadamente, según sus cifras).

El hermetismo sobre el motín hizo que los familiares de los recluso que acudieron a la visita dominical tuvieran fuertes roces con funcionarios, quienes a cuenta gota daban la información pertinente.

Tras los hechos se convocó a una reunión del gabinete de seguridad del estado, en la que participaron el secretario de Gobierno, Álvaro Ibarra; el procurador Adrián de la Garza; el coordinador de la Policía Federal, Gonzalo Víctor Navarro, y Jaime Alberto Peralta, de Seguridad Pública.

Más tarde, durante una rueda de prensa, Rodrigo Mediana, gobernador de Nuevo León, dio a conocer que 30 reos escaparon del penal durante el enfrentamiento en el penal de Apodaca, que dejo como saldo 44 reos muertos.

El mandatario estatal señaló que 25 pertenecían al fuero federal y se ofrece una bolsa económica de hasta 10 millones de pesos a quien ayude a su localización.

Queda claro, con las consideraciones del caso, que el motín sucedió en apego a los usos y costumbres dentro de los penales mexicanos y tuvo todas las características de la típica “venganza”.

Desgraciadamente, las condiciones deplorables en las que funcionan las cárceles en el territorio nacional no garantizan seguridad alguna para nadie.

Parece que las pugnas armadas de las organizaciones criminales podrían extenderse detrás las rejas para afianzar toda la fuerza que necesitan en su supervivencia.

Apocada fue una advertencia.

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