POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
El embrollo generado por la empresa mexicana Multivisión (MVS) al despedir a la periodista Carmen Aristegui por "transgredir" el código de ética (léase línea marcada por los poderes internos y externos de la industria de información masiva) al divulgar una información que fue considerada como un "rumor", sólo reafirma la dependencia de los medios de control social hacia el gobierno en turno.
“En nuestro código de ética nos comprometemos a rechazar la presentación y difusión de rumores como noticias", informó la empresa MVS en un comunicado oficial sobre el "término de la relación laboral" dado a conocer en su página web.
Según la firma, Aristegui "dio por válida una presunción, transgrediendo nuestro código ético y al negarse a ofrecer, como lo solicitó la empresa, una disculpa pública, decidimos dar por terminada nuestra relación contractual".
Aunque Multivisión no mencionó el motivo de la ruptura de la relación laboral, sí señaló que le pidió a la periodista disculparse públicamente, a lo que se negó Aristegui, por lo que la empresa decidió cancelar el contrato.
A juicio de los versados en estos diretes, la salida de Aristegui, considerada una de las comunicadoras de mayor credibilidad del país, se debió presuntamente a sus comentarios sobre una pancarta que diputados del Partido del Trabajo (PT) mostraron en el Congreso de los Diputados, en la que señalaban un supuesto alcoholismo del presidente Felipe Calderón.
El viernes cuatro de febrero de 2011, en su programa de radio, Aristegui hizo una referencia a esta pancarta del PT que decía:"¿Tú dejarías a un borracho conducir tu auto? No, ¿verdad?, ¿y por qué lo dejas conducir al país?".
La periodista se preguntó: "¿Tiene o no Felipe Calderón problemas de alcoholismo? Esto merece, insisto, una respuesta seria, formal y oficial de la propia Presidencia de la República."
El reclamo válido como elemento de informativo, no fue atendido por la Oficina de la Presidencia, que aseguró no haber tenido nada que ver en la decisión de MVS.
Multivisión aseguró que la libertad de expresión "es fundamental para la democracia en cualquier país" y que MVS la practica como norma, aunque aclara que sus conductores se rigen por un "código de ética el cual es aceptado y signado por ambas partes".
Este código, indicó la empresa, se respeta en las circunstancias más difíciles y comprometedoras y se le exige a sus "conductores su estricto cumplimiento”.
La empresa añadió que "los conductores de MVS seguirán gozando de la libertad de expresión que nuestra Constitución otorga".
Dejando de lado las versiones que se han dado al respecto, un hecho es inobjetable: en México se informa lo que aprueban las cúpulas, aun en los casos de las “supuestas” revelaciones comprometedoras.
Sin defender a los grandes nombres de las noticias (que también tienen enormes colas que les pisen), el derecho a saber de los mexicanos queda pospuesto a la discreción de los mismos que celebran la democracia, censurando la verdad.
Si Calderón es un alcohólico, es un mal menor, visto en la óptica de la destrucción en la que metió al país, y eso debería tener una explicación amplia. Sin embargo, como en los viejos tiempos que tanto critica, el señorcito presidente juega a ser intocable, sabiendo que haga lo que haga, la realidad lo terminará juzgando.
Es una pena que, por enésima ocasión, comprobemos que medios y clase dirigente apuestan por las mismas apariencias y los mismos disparates.
Un requisito de la democracia es aceptar los hechos, no dorarlos a petición de los canallas. El alcoholismo, pasa. Los baños de sangre, ¡no!.
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