POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Sin olvidar aun el voto de confianza de Hillary Clinton a Felipe Calderón por haber incendiado el país en una guerra condenada al fracaso, el gobierno de los Estados Unidos, a través de su Departamento de Estado, en todo 2010 y los dos primeros meses de 2011, ha emitido catorce alertas de seguridad en contra de doce entidades federativas mexicanas a causa del incremento de la violencia y la inseguridad correspondiente, derivadas de cumplimiento del deber asumido por Los Pinos.
Las alertas informan a los ciudadanos estadounidenses que residen o viajan por México que extremen precauciones, y en casos específicos, les ha pedido que aplacen sus viajes a donde las condiciones de seguridad ponen en riesgo su vida.
Los estados que han sido objeto de las alertas son Baja California, Sinaloa, Chihuahua, Durango, Coahuila, Tamaulipas, Nuevo León, Jalisco, Nayarit, Colima, Michoacán y Guerrero, y las últimas dos alertas fueron difundidas ayer por los consulados estadounidenses en Guadalajara y Monterrey.
El consulado en Guadalajara prohibió a sus funcionarios salir por las noches y realizar viajes interurbanos “debido a una marcada escalada de la actividad delictiva en la zona metropolitana” de la ciudad.
En Monterrey, el consulado de EU considera que hay un aumento significativo de robos a mano armada en lugares públicos.
Como se ve en un simple mapa, a los ojos del vecino norte, la “hermosa” provincia mexicana se ha ido transformando en una jungla peligrosa, que tiende a ser borrada de los destinos “fraternos”.
Siguiendo el sketch tradicional, el gobierno de Jalisco minimizó la alerta y dijo que los niveles de inseguridad de la entidad son menores a los de muchas ciudades estadounidenses, es decir, se acepta el problema y se le minimiza comparándolo.
Por su parte, la Secretaria de Relaciones Exteriores aplaudió ¡el interés de EU para que sus ciudadanos conozcan la forma de actuar de la delincuencia organizada en México!
Nos preguntamos, ante esta monumental prueba de idiotez diplomática, cuál es el fondo del incidente “Top Gear”, si los funcionarios mexicanos actúan con tan maravillosa carga de animalidad pura.
El relajo del embajador de México en Gran Bretaña, Eduardo Medina Mora, y la BBC todavía no está cerrado. El diplomático, quien ha destacado su labor por este diferendo, todavía no acepta la disculpa de Richard Hammond, conductor de Top Gear y de la producción del programa de televisión, por haber ofendido a los mexicanos y a su “personita”, quien en 14 meses al frente de la representación no había aparecido en la escena ni por equivocación. El “señor embajador”, como el burro que tocó la flauta, ahora exige más que una disculpa por Internet o de un comunicado; quiere una retractación pública al tamaño de la ofensa.
Ensimismada, la canciller Patricia Espinoza, a la que todavía no le encontramos utilidad positiva alguna, no muestra las cartas, lo que da un indicio que el “héroe de la pureza patriótica”, Eduardo Medina Mora está aprovechando sus quince minutos de fama rebotada para llamar la atención, a ver si gana de menos una condecoración totonaca por el remedo chafa que hace de un niño héroe.
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