POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Tomaron la decisión de jugarse la vida en serio y cobrar a lo grande, siguiendo la norma de los mercenarios profesionales en todo el mundo.
Productos del sistema de seguridad nacional, estos hombres se volvieron traidores y matones a sueldo, según la peculiar manera de poner etiquetas del Ejército y la Procuraduría General de la República (PGR).
Trajeron al juego, la experiencia de un entrenamiento especializado y el conocimiento de las mañas imperantes en los controles de mando institucional de la República.
Desde su aparición pública hace una década en Nuevo Laredo, Tamaulipas, de los 34 ex soldados que formaron originalmente el grupo de Los Zetas, en la actualidad sólo 11 permanecen prófugos y en activo, el resto fueron detenidos o muertos, de acuerdo con informes oficiales.
Sin embargo, pese a que sólo una tercera parte del grupo original sigue en activo, la forma en que opera se expandió y reprodujo a lo largo de los últimos 10 años en por los menos 18 estados del país, donde ha reclutado o se le han unido pandillas y cientos de miembros.
Dicho de otra manera generaron escuela, lealtad de marca y hasta versiones piratas. Su presencia se ha detectado, con diferente intensidad, en Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Sonora, Zacatecas, Aguascalientes, Hidalgo, Veracruz, Tabasco, Chiapas, Quintana Roo, Yucatán, Guerrero, Michoacán, Puebla, Oaxaca, Estado de México y el Distrito Federal.
Todas estas entidades padecen o han padecido problemas de inseguridad por la presencia de la organización de Los Zetas, que va desde la infiltración y corrupción oficial hasta altos niveles de violencia, junto con homicidios o ejecuciones, extorsiones, desapariciones o levantones.
En los últimos meses, las autoridades federales y militares han denunciado la incursión de Los Zetas en acciones de tráfico de indocumentados, masacres de éstos y en el reclutamiento forzoso de los mismos.
Los Zetas originales que se mantienen prófugos y en activo son Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca o El Verdugo; Carlos Vera Calva, El Vera; Daniel Enrique Márquez Aguilar, El Chocotorro; Galdino Mellado Cruz, El Mellado; Gonzalo Geresano Escribano, El Cuije; Jesús Enrique Rejón, El Mamito; Lucio Hernández Lechuga, El Lucky; Rogelio Guerra Ramírez, El Guerra; Prisciliano Ibarra Yepis, Eduardo Estrada González y Jorge López, El Chuta, de acuerdo con el contenido de los expedientes PGR/SIEDO/UEIDCS/323/2009 y PGR/SIEDO/UEIDCS/258/2009 a los que tuvo acceso EL UNIVERSA, en esas extrañas “coincidencias” informativas al gusto del viento político.
Entre los nueve integrantes de Los Zetas que murieron se encuentran, además de su primer líder y fundador, Arturo Guzmán Decena, Z-1, Gustavo González Castro, El Erótico; Luis Alberto Guerrero Reyes, El Guerrero; Efraín Teodoro Torres, El Efra; Braulio Arellano Domínguez, El Gonzo; Óscar Guerrero Silva, El Winnie Pooh; Alberto Trejo Benavides, El Alvin; Ernesto Zatarín Beliz, El Traca, y Víctor Nazario Castrejón Peña.
Los detenidos son 14: Flavio Méndez Santiago, El Amarillo o El Armadillo; Miguel Ángel Soto Parra, El Parra; Enrique Ruiz Tlapanco, El Tlapa; José Ramón Dávila, El Cholo; Omar Lormendez Pitalúa, El Pita; Jaime González Durán, El Hummer; Mateo Díaz López, Comandante Mateo; Eduardo Salvador López Lara, El Chavita; Isidro Lara Flores, El Colchón; Alfonso Lechuga Licona, El Cañas; Nabor Vargas García, El Débora; Luis Reyes Enríquez, El Rex; Germán Torres Jiménez, El Tatanka, y Daniel Pérez, El Cachetes, arrestado en Guatemala.
Ligados inicialmente al cártel del Golfo con el que hoy mantienen una disputa armada por el control de las actividades criminales en Tamaulipas y los estados donde tienen presencia, Los Zetas fueron primero reclutados entre ex militares, cuya característica en la mayoría de los casos fue el haber pertenecido al primer Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFES) de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Ese hecho les dio identidad en el adiestramiento militar que recibieron. Su misión primera, según investigaciones de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), fue servir de guardaespaldas y sicarios al servicio del entonces jefe del cártel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén.
Las acciones que desarrollaron Los Zetas en beneficio del otrora capo del narcotráfico les valió que éste fuera delegando tareas a varios de ellos, principalmente al extinto Arturo Guzmán Decena, Z-1 y al actual jefe del grupo criminal, Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca o El Verdugo, además de colocarlos en puestos de dirección. Luego de la captura de Osiel Cárdenas Guillén, Los Zetas mantuvieron su alianza con los sucesores en el mando del cártel del Golfo, Eduardo Costilla Sánchez, El Coss y el extinto Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta.
A principios de 2010 formalizaron su ruptura El Coss y Tony Tormenta y que ya veía venir la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) desde finales de 2008, debido a diferencias en el reparto del control de plazas y del dinero producto del narcotráfico y otras actividades delictivas. El motivo o el pretexto fue la muerte ordenada por ambos jefes del cártel del Golfo de Sergio Peña Mendoza, El Concorde, hombre cercano a El Lazca.
Una parte importante del grupo inicial de Los Zetas fue reclutado en Hidalgo, donde la mayoría o casi todos se habían desempeñado como militares durante la mayor parte de la década de los años 90. Otros estuvieron en Puebla, estado de donde era originario el fundador del grupo criminal, el extinto Arturo Guzmán Decena, Z-1.
El difunto Guzmán Decena ordenó que el primer curso que recibieron Los Zetas en Matamoros fuera impartido por el ya también extinto Luis Alberto Guerrero Reyes, Z-5 y el ex teniente del Ejército, Carlos Hau Castañeda, El comandante Hau, a quien no se ha vuelto a mencionar en otras investigaciones como integrante de Los Zetas.
El primer curso que recibieron Los Zetas originales no fue más que el inicio de su preparación y del reclutamiento de más ex militares, ya que en septiembre de 2001, Osiel Cárdenas dio la orden que todo el grupo de sicarios fuera trasladado a Nuevo León para recibir ahí un mayor adiestramiento militar.
Los Zetas recibieron adiestramiento en los ranchos Las Amarillas, ubicado en China, Nuevo León, así como en otro rancho localizado en la carretera de Ciudad Victoria-Matamoros, cerca del municipio de San Fernando.
Actualmente, existen ya varias generaciones de zetas que operan en distintos estados de la República, donde son adiestrados y se gradúan dependiendo de las habilidades que demuestren, siguiendo las estrategias de enganche, lealtad y ascenso usadas por las fuerzas paramilitares del orbe.
Los Zetas son una leyenda, dentro de la reproducción ideológica del crimen organizado, y sirven como manto protector, que hace imposible establecer el nivel de penetración alcanzado en la sociedad.
La fama ha facilitado volver invisible al núcleo base y por efecto multiplicador exponencial, cualquiera delincuente puede hacerse pasar o pertenecer a los Zetas; la fuerza elite de una pesadilla dentro de otra.
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