jueves, 2 de junio de 2011

AD: SCT DIÓ NONES A SLIM

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

El mensaje fue claro. El gobierno federal no permitió a Carlos Slim incursionar en la prestación de servicio de televisión de paga. No obstante, se cubrió las espaldas invitando al magnate a iniciar nuevamente el proceso correspondiente para modificar la concesión.

El aviso dado a conocer el 27 de mayo de 2011 a la letra dice:

“En relación con las solicitudes de Telmex y Telnor para prestar servicios de televisión y audio restringidos en la República Mexicana, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) informa que, con base en las constancias que integran los expedientes respectivos, y en cumplimiento a lo ordenado por el Juez Sexto de Distrito en materia administrativa del Distrito Federal, ha resuelto negar dicha petición al determinar que no se reúnen los requisitos previstos en el marco normativo, en particular en el Acuerdo de Convergencia publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) en octubre de 2006.

Debe mencionarse que entre los requisitos establecidos en el Acuerdo de Convergencia que no han sido satisfechos destaca el estar al corriente en las obligaciones establecidas en sus títulos de concesión, entre las que se encuentran la entrega de información suficiente a la autoridad y la provisión de calidad para lograr una eficiente interconexión a terceros.

La SCT continuará trabajando con las concesionarias solicitantes a efecto de alcanzar el pleno cumplimiento de las obligaciones contenidas en sus respectivos títulos de concesión, así como la observancia a disposiciones administrativas tendientes a garantizar que la interconexión se dé sobre bases no discriminatorias.

Esta Secretaría reitera su compromiso con el desarrollo eficiente de la industria de las telecomunicaciones, a fin de promover la cobertura, la convergencia y la competencia en el sector, con el fin de beneficiar a los consumidores.

Con la resolución emitida, se deja a salvo el derecho de Telmex y Telnor para que vuelva a solicitar la modificación a su concesión, debiendo al efecto acreditar los requisitos exigidos por la normatividad aplicable, en particular los previstos en el Acuerdo de Convergencia.

La SCT reitera su irrestricto compromiso de atender, con toda oportunidad, las resoluciones que emita el Poder Judicial Federal en el ámbito de su competencia”.

Sin embargo, la claridad no es suficiente de acuerdo a los actos.

El 3 de octubre de 2006, la SCT publicó el Acuerdo de Convergencia en el cual la Comisión Federal de Competencia (CFC) estableció que para permitir que Telmex incursione en el mercado de la televisión, debería cumplir con la plena interconexión de redes, interoperabilidad y portabilidad numérica.

En 2008, Telmex solicitó al órgano regulador su opinión favorable sobre el cumplimiento del Acuerdo de Convergencia toda vez que habían sido cumplido con los requisitos señalados.

Misteriosamente, Telmex es la única empresa del sector que tiene una restricción expresa en su título de concesión para participar en el mercado de la televisión.

Siguiendo los enigmas solapados por la autoridad, como parte de las condiciones para comprar a operadores de cable, la Comisión Federal de Competencia (CFC) impuso a Televisa la obligación de dar sus contenidos de forma no discriminatoria a empresas de televisión de paga que se lo soliciten, así como la publicación de la tarifa que cobrará por esta retransmisión. Televisa publicó este aviso, pero incluyó una cláusula de negociación: este precio no estará disponible para los operadores que tengan más de 5 millones de usuarios y que sus ingresos del año anterior hayan sido superiores a mil 500 millones de dólares, y aunque no identificó compañías, éstas son características que sólo reúnen TELMEX y TELCEL.

La falta de una legislación sobre lo que se conoce como must offer y must carry (obligación de las televisoras abiertas de ofrecer sus contenidos a las empresas de paga, y que éstas a su vez tengan que retransmitir las señales de la televisión gratuita), ocasionará otro gran pleito que vivirá la industria, quedando a modo la volátil voluntad de la burocracia.

Parece que Felipe Calderón rompió las banderas con Slim y mostró la facultad suprema del cargo para meter al empresario rijoso. Desgraciadamente, dada la mediocre eficacia de su administración, tarde o temprano, el calderonismo pedirá chichi y veremos cuál leche le sabe más amarga.

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