POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
A pesar de una larga lista de pendientes, Luiz Inácio Lula da Silva, logró imponer a Dilma Rouseeff, de 62 años, como la primera mujer en ser titular del Poder Ejecutivo de Brasil.
La señora Presidenta que entrará en funciones el próximo primero de enero de 2011, es hija de un comunista búlgaro exiliado, guerrillera durante la dictadura militar y ex jefa de Gabinete de Lula da Silva.
En la jornada electoral de segunda vuelta, celebrada el domingo 31 de octubre de 2010, la candidata del Partido de los Trabajadores (PT) sumó el 56.05% de sufragios, logrando distanciarse 12 puntos de su rival José Serra, que tuvo 43.95% de votos.
En números reales, Dilma atrajo 55,7 millones de sufragios contra 43,7 millones de Serra. Un éxito ligeramente más ajustado que los triunfos conseguidos por Lula tanto en 2002 como en 2006, pero no por ello menos relevante.
Un año atrás, eran pocos los brasileños que podían acertar a colocar el nombre de la entonces ministra bajo su fotografía; hace 10 meses, su oponente aún le llevaba una gigantesca ventaja; y hasta el último suspiro de la prórroga, dijeran lo que dijeran los sondeos, el bando oficialista al completo se abstuvo de cantar victoria por miedo al ridículo.
Sin embargo, la maquinaría propagandística oficial no dobló las manos e impulsó a la mujer, alabada por el tirano venezolano Hugo Chávez, hasta que pasadas las 10 de la noche de la jornada electoral pudo levantar los brazos de la victoria enfatizando la importancia de las mujeres, los creyentes, los pobres y hasta la prensa por el inaudito triunfo.
Aunque en Brasil el voto es obligatorio, el escrutinio confirmó el desencanto de los brasileños tras una campaña agria. En un país donde el voto es obligatorio, más de 29millones de personas -el 21,5% del electorado- le dieron espalda a las urnas y prefirieron quedarse en casa o viajar aprovechando el puente de los Difuntos.
En teoría, el resultado electoral supone el fin de la era de Lula da Silva, no obstante, está cantada la continuidad a través de las negociaciones cerradas que se darán en los días por venir.
En términos reales, Dilma dará seguimiento al mismo programa de recuperación económica y social de su antecesor, resaltando, en el mismo estilo de todos los ganadores políticos, la preocupación por los pobres y chácharas similares.
La casta que domina Brasil en la actualidad pudo respirar aliviada. El poder está con ella, e incluso la “alcurnia” izquierdista radical de la señora no admite un chaquetazo a las alianzas naturales que el país ha desarrollado con otros fervorosos gobernantes de la “reivindicación social” dando machetazo a caballo de espada.
Veremos, si a Dilma le alcanza la sombra del líder histórico para aceitar y mover los obstáculos inobjetables que inscribe a Brasil como otra nación de la zona, cuyo beneficio real termina en las manos menos indicadas, eso sí, enalteciendo las causas populacheras que tanto gustan en el mapa de la América Nuestra.
1 comentario:
habrá que ver si lad relaciones públicas de la nueva administración son tan buenas o en su defecto si es que la "reestructuración de Brasil" sigue siendo con la desaparición de la pobreza y sin meter la mano completamenta alas fabelas en dondeel narcotráfico gobierna, lamento no ser mu ecuanime pero tengo sueño, mañanita continuo
Publicar un comentario