POR.- KARLA EMMA ORTÍZ SUÁREZ
Hablar de una indiferencia y derrota en la juventud es como querer encontrar el hilo negro de la vida o la muerte sin llegar a ninguna conclusión. Desde el punto de vista de una joven, hablo de que lo he vivido y he aprendido a lo largo de mi vida.
Recuerdo que a la edad de 10 años, quería ser bailarina y andar de gira por el mundo como una nómada sin descanso, pero ante la crisis económica que nos dejó Carlos Salinas de Gortari, eso parecía para mi familia una ilusión o fantasía que jamás cumpliría, porque tenía el peso de ser “la gente del mañana”.
Después de muchos años y muchas frustraciones de mi entorno y mi vida llena de inseguridades, coincido con algunos padres que su juventud no tuvieron el apoyo de su familia para desarrollar su talento o apoyarlos en sus sueños (que tal vez fracasarían, tal vez no) y pasaron parte de su vida quejándose por eso.
Pareciera que la palabra juventud es un sinónimo de inmadurez, de no saber que lo uno quiere, de no saber las consecuencias de algunas decisiones que tomamos por impulsividad, pero acaso ¿los grandes saben lo que quieren? Me parece que no, porque estamos hablando de seres humanos, personas que por instinto tienden a equivocarse la mayoría de las veces, pero eso como resultado trae experiencia, y como si la edad fuera el tipo de pensamiento que tienen las personas.
Hacer una clasificación de los jóvenes actuales es casi imposible, porque los hay desde drogadictos, manipuladores sociales, ambiciosos del poder, hasta voluntarios en una ONG, también hay jóvenes despreocupados por su entorno y gente con ese don de servicio que ayuda en fundaciones, que es consciente del peligro climático que estamos viviendo y de sobre todo esa aparente libertad que se tiene para elegir partido político, religión o preferencia sexual y digo que resulta aparente, porque a pesar de que vivimos en una era de autenticidad y toda una gama de posibilidades para encontrarnos a nosotros mismos, esa independencia moral contrapuesta con la económica, resulta a veces, nuestra más fuerte limitante para poner en acción nuestros sueños.
Me parece que mi generación y las más jóvenes no asumimos un compromiso social y quienes lo hacemos pareciera que vamos contracorriente, porque venimos de una época en donde los divorcios exprés, la violencia, la intolerancia, y donde la educación familiar vaga es llenada con cosas materiales como el modus vivendis de muchos de nosotros. Por lo cual no es raro que veamos la vida tan fácil o difícil como queramos.
Una de las cosas que más me llama la atención es el tema de la música, que resulta ser la fuente de inspiración para muchos y otros como un escaparate de la realidad. Antes, las personas se definían por el tipo de carro que tenían, y la carrera que elegían estudiar, hoy a pesar de ser una sociedad consumista, los jóvenes nos identificamos con la música como nunca antes. Tenemos en nuestro reproductor desde The Beatles, Jimmy Hendrix, Gloria Trevi o Zoé como un claro ejemplo de gustos musicales, donde el sonido es nuestra mejor compañía.
El sonido musical resulta ser una determinante en nuestras vidas, como sinónimo de pesadumbre ambiental, social, económica….., por la presión de algunos padres para ser como ellos, con algunos que no creen en que somos capaces de hacer las cosas por la única razón que tenemos más información y avances tecnológicos (creatividad), o como una consecuencia de sus propios miedos al fracaso o superarlos en un tiempo corto.
Pero también creo en la firme convicción de que esa realidad de cada uno tiene muchas veces que ver con las decisiones de los que nos atrevemos a hablar, a opinar, a ser mejores personas, a ir pues, contra la corriente como una forma de recordarnos a nosotros mismos que somos capaces de hacer las cosas.
No iré de gira por el mundo como una bailarina por el accidente que tuve a los 14 años que me dejo roto el tobillo, pero la gira que he tenido por casi 25 años (y sin parar) es mi claro ejemplo de que en la vida hay decisiones que te marcan de por vida, y las mías han estado llenas de experiencias irrepetibles. Las palabras clave para los jóvenes de hoy, ahí les van: ATRÉVANSE A HACER LAS COSAS.
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