POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Si no son unos, son otros. El viernes 29 de octubre de 2010, el estudiante de Sociología, José Darío Álvarez Orrantía, fue baleado en la espalda por elementos de la unidad 12428 de la Policía Federal, cuando participaba en una marcha contra la violencia en Ciudad Juárez, Chihuahua, en el espacio extramuros de la Universidad Autónoma de dicha Ciudad (UACJ).
Álvarez Orrantía, de 19 años, fue operado de urgencia la noche de esa misma fecha en el Hospital General. El médico José Mendoza Márquez informó que su estado de salud era estable, aun cuando perdió casi 80 centímetros de intestino delgado –una tercera parte del órgano. Afortunadamente –dijo–, le queda suficiente para vivir.
La bala afectó además el ciego, que es parte del intestino grueso, y se evalúan las funciones de las vías urinarias; el paciente está entubado pero respira por sí mismo, agregó.
Los universitarios marchaban en las inmediaciones del Instituto de Ciencias Biomédicas cuando fueron repelidos por las autoridades, por causas que no quedaron claras.
La respuesta de la UACJ, expuesta en un comunicado, sostuvo que la Universidad es un "Lugar al que concurren alumnos, docentes y autoridades para construir, con las herramientas del conocimiento, alternativas viables para superar los problemas de Ciudad Juárez y recuperar la paz ciudadana de la región".
En el documento se lamentó que las víctimas "cuya calidad académica es un referente obligado para todas las instituciones de educación superior del norte de México” tuvieran una experiencia de este tipo que afrenta el principio de Autonomía Universitaria, esencial en las escuelas de este tipo del país.
Aunque las lamentaciones gubernamentales locales y federales no tardaron, la noticia y el video en que se hizo constancia del incidente, sólo encendieron los ánimos de la opinión ciudadana, precisamente porque no es la primera vez en que estudiantes sean asesinados o heridos por efectivos de las fuerzas de seguridad pública con el pretexto de “pertenecer al crimen organizado”.
Honrando de una manera perversa las festividades de difuntos de México, los perros de la guerra hicieron de las suyas abultando las cifras de caídos en esta lucha interior imposible de frenar.
No obstante, el calendario político de Felipe Calderón estuvo atento al relevo de la dirigencia nacional del Partido Acción Nacional, pues pretende controlarlo en un afán demente de darle continuidad a un proyecto reventado de Nación auspiciado por la derecha.
No importa que con evidencia en mano, el rector de la UACJ sostenga que al menos dos agentes federales penetraron al campus con el resultado ya descrito.
Para la gente de Calderón, ser civil es ser sujeto de castigo, y así pretende que el pueblo vote por su delfín
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