POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
La trama es muy sencilla.
Un grupo multidisciplinario de estudiantes de licenciatura de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional, en las áreas de matemáticas, computación, física, ingeniería genética y biología, desde 2006, compite en el evento IGEM (International Genetically Engineered Machines) organizado por The Massachussetts Institute of Tecnology, desde 2003 y que alcanzó un carácter internacional en 2005.
El certamen IGEM reconoce los avances en Biología Sintética que es un nuevo campo de investigación que combina ciencia e ingeniería. Su objetivo es el diseño y construcción de sistemas biológicos. Existen cuatro ramas de investigación, que representan las diferentes aproximaciones que toman los investigadores dependiendo de su área de procedencia: biología, química, ingeniería e informática.
El equipo UNAM-IPN, fue fundado por el especialista del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM, Pablo Padilla Longoria; cuenta con el apoyo de investigadores del Centro de Ciencias Genómicas de Cuernavaca y del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional de Irapuato, Guanajuato.
Hasta aquí la historia es común corriente a la de otros proyectos de investigación en el mundo académico. Universidades, docentes y alumnos se comprometen a trabajar duro con la pasión requerida a modo de concluir “algo” medianamente aceptable.
Tres sesiones de trabajo a la semana dieron frutos en los proyectos en el laboratorio durante las vacaciones de verano. Y cerca de 150 mil pesos, entre apoyos de instituciones y colectas de amigos, para su propuesta, cifra inferior a los millones de dólares que lograron los otros competidores.
Turing meets synthetic biology: self-emerging patterns in an activator-inhibitor network comprobó experimentalmente cómo la manipulación de genes a partir de modelos matemáticos y físicos podían ser visibles en un ser vivo.
La relevancia del proyecto es que logró resolver algunas preguntas de biología evolutiva a partir de la propuesta de Alan Turing sobre los patrones en un sistema genético que determinarán las formas, secuencia y color de las rayas de cebras o manchas de jaguares.
La investigación pudo diseñar el comportamiento de una bacteria para producir patrones de manchas en las mismas, cuya aplicación podría generar organismos que detectaran contaminaciones o producir fármacos de nueva generación a precios menos costosos.
Con decisión loable y creyentes de su propuesta, el Equipo UNAM-IPN se presentó a la competencia junto a las mejores universidades del orbe, como Harvard o Cambridge.
El jurado constató el trabajo y decidió otorgarle la medalla de Oro en la categoría de Investigación Básica en Biología Sintética 2010.
El proyecto fue reconocido por su excelente trabajo en laboratorio, la calidad del modelo teórico y la vigencia y trascendencia del proyecto en biología y matemáticas, como aporte a la ciencia.
En pocas palabras, que estudiantes de licenciatura generarán conocimiento y posibilidades reales de tecnología de punta.
Como cualquier película emotiva o bioepic de Hollywood, otra vez el coraje y la confianza personales hacen el milagro de volver las debilidades en fuerza y doblar a los adversarios en el terreno propio.
Luis, Ileana, Eniak, Jesús, Daniel, Gilberto, José, Alín, Román, Francisco y Cristian, jóvenes mexicanos, exteriormente semejantes a los miles de alumnos de los centros de estudios de México, acortaron distancias y simplemente fueron los mejores en un campo, literalmente, sólo para iniciados que llamó la atención de la vanguardia académica internacional.
Sin becas o estímulos rimbombantes, de esos que regala las autoridades a los cercanos y a los parásitos, universitarios y politécnicos dos dieron una lección que el límite, a fin de cuentas, siempre es uno.
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