POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
El jueves 25 de mayo de 2010, la Cámara de Diputados ratificó, proveniente del Senado, la enmienda al artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que incorpora mecanismos legales para que las empresas reparen el daño derivado de un mal producto o servicio, y se permita a los afectados realizar acciones colectivas, es decir, unirse en la defensa legal de intereses comunes, como recuperar su dinero en casos de defraudación, por ejemplo.
El cabildeo de esta disposición refuerza a la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) y a sus defendidos, al superar la relación de productores y compradores, reconociendo en la máxima norma jurídica a la sociedad civil, dándole el derecho de reclamar perjuicios ocasionados por cualquier industria que defraude la confianza y la necesidad real del mercado.
Con esta opción de fuerza civil, la PROFECO dejará de acumular quejas y quejas contra negocios que se asumían intocables y se inaugura una fase inédita en la manera de percibir una transacción comercial dentro de un mercado, ahora sí, equilibrado.
Quizás la cercanía del periodo vacacional de Semana Santa agarró en sus trece minutos de arrepentimiento a los legisladores, y firmaron un documento al que no le midieron las complicaciones con sus habituales compinches de la transa y el despiporre.
Vamos a ver, si en la práctica, cuando los señores del capital sean molestados legalmente por los consumidores empezarán los zapes a las cabezotas de los “representantes populares” por no haber leído detenidamente las letras pequeñas de este pacto con el diablo.
Una cosa es darle algunos colmillos a la PROFECO para que vaya tirando y no quede como pelele y otra, diametralmente opuesta, es que la ciudadanía sea armada para darle batalla a las grandes firmas que, invariablemente, abusaron y abusan del público en general ofreciendo satisfactores de dudosa procedencia y estafas alevosas en las barbas del gobierno.
Regresando de los días santos, se buscará que de menos 16 congresos estatales avalen la reforma y se proceda a redactar la ley correspondiente que haga efectivo el cambio en la práctica. Sin embargo, por tiempos electorales, falta advertir la reacción del stablishment empresarial y la presión que ejercerá a fin de que los congresistas desistan de meterse en camisa de once varas, so pena de perder apoyos para permanecer grillando.
No obstante, es fundamental leer en el gesto del Congreso que en su percepción retrasada, los ciudadanos empiezan a comportarse como adultos y no estiran las manos o suplican el favor de ser tomados en cuenta, en consecuencia, tendrá que ir soltando cargas y monopolios cueste lo que cueste, de lo contrario, también puede ser barrido por el juicio popular.
Un error común de los poderosos es creer que las reformas tienen que ser hacia abajo, omitiendo que el status quo requiere de la interacción de las propuestas provenientes de las bases sociales, de lo contrario, el sistema vertical de decisiones impide el crecimiento horizontal, tornándose en un adversario natural de quienes desean mejores condiciones y oportunidades de existencia.
Hoy se pelea por la subsistencia; mañana, por la liberación del espíritu.
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