Por.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Dos asesinatos, en Ciudad Juárez, el sábado 13 de marzo de 2010, tensaron las relaciones bilaterales México-Estados Unidos en materia de la lucha contra el narcotráfico en la frontera.
En uno de ellos, los estadounidenses Lesley A. Enríquez, empleada del consulado, y su esposo, Redelfs Arthur Haycock, fueron victimados después de salir de una fiesta, cuando viajaban en una camioneta con placas de Texas.
En el segundo, perdió la vida un mexicano, Jorge Alberto Salcido Ceniceros, casado con otra empleada del consulado, después de haber asistido a la misma reunión.
Por razones obvias, los crímenes generaron la indignación y la condena del presidente Barack Obama y el compromiso habitual de Felipe Calderón para esclarecer los hechos y llevar ante la justicia a los culpables.
Declaraciones aparte, el Departamento de Estado de nuestro vecino norte, autorizó la salida de familiares de estadounidenses en seis de nueve consulados fronterizos y puso nuevamente el dedo en la llaga de la imposibilidad de México para garantizar la integridad y la seguridad de extranjeros en su territorio.
El presidente de México hoy estará en Ciudad Juárez revisando el plan “Todos somos Juárez. Reconstruyamos la Ciudad” con un presupuesto de 3 mil millones de pesos para los siguientes dos años y medio, en teoría, menos del 8% del asignado, por ejemplo, al gasto total de la línea 12 del metro de la Ciudad de México, y que teóricamente revertirá la problemática violenta de la zona.
Ciudad Juárez está convertida en el modelo que pueden seguir otras poblaciones asediadas por la delincuencia organizada y las fuerzas de seguridad federales. La guerra se va extendiendo a Reynosa, Tamaulipas, Culiacán, Sinaloa, y Acapulco, Guerrero.
Seis mil muertos no han sido suficientes para ofrecer resultados concretos y sí un tsunami de reacciones temerarias de los delincuentes que, después de la sorpresa inicial, han encontrado varios puntos débiles y dolorosos del gobierno mexicano para hacerlo desistir de la ensoñación perversa de Felipe Calderón en ser el destructor de los carteles inconvenientes de la droga que se negocia en el territorio.
En un arranque de chauvinismo, El Universal, uno de los diarios mexicanos de mayor penetración nacional e internacional, en la editorial de ayer escribió lo siguiente:
“México debería aprender a estas alturas que no puede fiarse de las directrices estadounidenses. Nuestro poderoso vecino es un pésimo ejemplo a seguir por dos razones. 1) Ha sido incapaz, con toda su fuerza, de frenar el tráfico de enervantes en Asia y América Latina. 2) El alto nivel de corrupción de sus funcionarios en la frontera así como la enorme adicción de su población a las drogas muestran que no está dispuesto a asumir los costos de una verdadera guerra contra el narco. Nunca es bueno emular a los perdedores”.
El periódico da por descontando que son los Estados Unidos, en gran medida, los corresponsables de la violencia desatada en el país a causa de una incapacidad suprema para hacerle frente a la plaga de las drogas, y como México es una potencia en doblarle las manos a la tranza, pues, nada de seguir modelos exóticos, ajenos a las mexican traditions.
Sin embargo, si a comparaciones vamos, México tampoco sale muy bien librado en eso de la eficiencia y la efectividad precisamente por una combinación desastrosa en este asunto multimillonario: la corrupción constante y sonante de todas las autoridades en todos sus niveles, y la del olvido sexenal de promover un crecimiento productivo real (y no limosnas mal dirigidas) que le dé a los ciudadanos oportunidades dignas de empleo y salario.
Envolverse en la bandera y aventarse de un edificio de Bucareli no sirve absolutamente para nada, ni siquiera para un mal chiste.
La primera fase en la solución de un problema es aceptarlo, después resolverlo. Calderón sólo está mirando una cola, de cientos que mientras no corte, no debilitará al adversario. Aquí lo hemos puesto por escrito: sigan el dinero, ahí está la clave.
Cerrando la pinza, Cablemas, proveedora de servicio de Internet en Chihuahua, suspendió el fin de semana pasado, sin explicación alguna, el acceso a decenas de portales periodísticos locales, incluyendo las páginas oficiales pan.org.mx y panchihuahua.org.mx.
Con el transcurso de las horas se supo que el bloqueo obedeció con la noticia del secuestro de Pablo Cuarón, hijo del empresario y político Pablo Cuarón Galindo, quien compitiera como precandidato del Partido Acción Nacional a la gubernatura.
Para ser un fin de semana y “puente”, previo a las vacaciones de Semana Santa, la temperatura alcanzó la categoría de frente bélico y nos hacen proyectar lo que nos aguarda en quince días.
¿Springbreak? or ¿warbreak?
No hay comentarios:
Publicar un comentario