POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Poco satisfecha, Hillary Clinton, la Secretaria de Estado de los Estados Unidos, tuvo que echar mano de los recursos histriónicos y el colmillo político para enderezar el fracaso anticipado de la reunión con autoridades mexicanas en materia de narcotráfico.
Apegada a la tradición, Hillary Clinton destacó la buena relación que han tenido los vecinos distantes y apuntó en la lista al Conejo de Pascua o a Santa Claus, cuatro puntos, que en el contexto de la Iniciativa Mérida, atacarán los intereses del crimen organizado trasnacional.
Es indispensable destruir las organizaciones delictivas, el cómo no se explica y menos quiénes van a meterse al fuego a salvar las castañas, pero la intención se impuso.
El apoyo mutuo para fortalecer las instituciones de Estados Unidos y México, que viene siendo un padecimiento similar: dos presidencias cuestionadas, cautivas por sus propias invenciones y en proceso de recibir la dosis de rechazo electoral que les corresponde. Este punto fue un apapacho disfrazado de dos ideas de nación que nada más no cuadran
El desarrollo de una frontera segura y competitiva, lo cual a ojo de buen cubero se logrará, si existe una continuidad en la política interna y externa de los países, y si les alcanzan los recursos indispensables en transformar una zona de guerra en un espacio de progreso; cosa de diez a veinte años con buena voluntad.
El fortalecimiento de la cohesión social en ambos pueblos, cuestión que no quedó clara porque en eso de la cohesión social de pobres, Calderón no ha fallado, y Obama ha cohesionado a la derecha en su contra, así que por cohesiones no paramos, y no se diga el narcotráfico que ha hecho de la cohesión y la coerción recursos eficaces en jalar parejo contra civiles, uniformados, extranjeros y hasta extraterrestres, aliens y depredadores incluidos.
Patricia Espinosa, Secretaria de Relaciones Exteriores de México, acusó al tráfico ilegal de armas y dinero como responsables directos de la violencia en el país, en consecuencia, a nombre de los mexicanos solicitó a los estadounidenses contar con un equipo de inspección en los puntos sensibles de entrada a este tipo de mercancías malévolas.
Insistió en la coordinación conjunta de estrategias y no que cada parte las asuma como competencia del otro o, bien despotrique por las reacciones, sin cumplir con las promesas.
Metidas a cumplir el protocolo, Hillary Clinton y Patricia Espinosa guardaron para sí la tensión que en este momento permea la convivencia de sus naciones.
Hillary regresará a Washington a poner al presidente en la línea que le conviene manejar con México, evitando abrir un frente bélico en el patio trasero por obsesiones ajenas.
Felipe Calderón aventó a la primera oportunidad, la papa caliente y grito que es indispensable la cooperación y demás palabrería propia de quien se justifica ante un patrón y no a un Jefe de Estado.
En corto, la oposición política atacó los acuerdos y reavivaron el fantasma envejecido de la Soberanía, propinándole dos que tres jitomatazos en la “face”.
A la par que los burócratas se tomaban la foto, discutían y hacían las rondas de cortesía procedentes, en el territorio nacional, los delincuentes siguieron despachando plomo y sumando muertitos a los textos y a las declaraciones estériles.
Serán los ciudadanos con sus medios quienes tendrán que entrarle al quite, de no ser que deseen engrosar las estadísticas de los caídos en combate.
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