POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Desconfiando de las promesas de la administración Calderón, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, instruido por sus asesores de confianza y la visión de Hillary Clinton, designó a Alan Bersin comisionado de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, cuya misión es la evitar a toda costa que el conflicto armado de México salte los 3,200 kilómetros de frontera.
En calidad de un interinato, Bersin trae bajo el brazo la licencia de su gobierno para hacer lo que sea menester con tal de que la “paz” norteamericana no se vea en peligro por el celo excesivo de los vecinos a no dejarse robar la gallina de los huevos de oro, que representa el tráfico ilegal de todas las mercancías, servicios y seres humanos al imperio.
Bersin, en otro momento, fue uno de los responsables de la Operación Guardián, que crispó el cuero de más de uno de los involucrados en estos ilícitos y de sus compinches en el poder.
Las medidas a implementarse las conoceremos sobre la marcha, sin embargo, el blindaje de la frontera es un punto que no tiene negociación.
Sin pompa, dadas las circunstancias, las autoridades de los estados de Tamaulipas y Nuevo León pactaron una ayuda mutua con el propósito de sacudirse la inseguridad presente, surgida de la agresividad de los cárteles de la droga y las fuerzas federales.
Habrá que esperar la repercusión de este acuerdo en otras entidades federativas azotadas por la misma situación, aunque el eje de un funcionamiento real radique en la capacidad de los firmantes para evitar que el crimen organizado se infiltre y dé al traste con los buenos deseos.
En tanto la delincuencia cuente con dinero y formas eficaces de extorsión, la vulnerabilidad gubernamental mexicana está totalmente cantada. Desgraciadamente, el peso de intereses superiores a la estabilidad de la nación impiden que el Estado penetre en el reino financiero de la ilegalidad y corte de tajo el suministro de efectivo mal habido.
Por ende, la descripción hecha por Carlos Slim, el único mexicano que presume fortuna en el orbe, al decir que el país avanza hacia la recuperación económica y que él, al menos en la Ciudad de México, puede caminar tranquilamente, resalta que aun en temporada de guerra, los empresarios respetables obtienen dividendos, ¿será igual para los cerebros detrás del negocio de la guerra? El poder productivo invariablemente atrae el poder de la excepcionalidad. Así que las bajas entre narcotraficantes y gobierno están aseguradas, a menos que la lógica empresarial tome una ruta inédita.
El periodo vacacional que hoy comienza es una prueba para el sector turístico y el presidente de la República de mostrar que cualquier parte de México es un destino seguro para el turista nacional y extranjero, y que el patrullaje de ejército, marina, policías estatales y federales es una medida común de protección, y no una alerta permanente de que el delito ha mermado la percepción de una nación amiga y excelente anfitriona.
No es con regaños como la imagen internacional de un país se levanta, así que habrá que entrarle parejo a cubrir las vacaciones de Semana Santa y de Pascua, a modo que no haya desgracias que lamentar.
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