POR.- RAúL GÓMEZ MIGUEL
En un arranque más emotivo que razonado, el polémico periodista Ciro Gómez Leyva escribió en la columna La Historia en Breve, publicada en el diario Milenio, el 7 de noviembre la siguiente reflexión que vale comentar.
“Poco se ha reparado en que apenas en julio, concluidas unas elecciones de pesadilla en el Estado de México, los destinos visibles del PAN eran la calamidad y la vergüenza. Pero de pronto aparecieron las mujeres.
Se concrete o no el domingo la ventaja que marcan las encuestas, Luisa María Calderón le cambió ya el rostro y la autoestima al blanquiazul. Y lo hizo en Michoacán, una tierra donde cualquier sueño parecería un delirio insolente.
La Cocoa ha hecho posible que los panistas vuelvan a expresar, como en tiempos de Fox, que el PRI no es invencible. Hace medio año, Fausto Vallejo, el candidato tricolor a la gubernatura, parecía estar forjado en el mismo taller de Enrique Peña Nieto. Y miren hoy, si el otrora titán moreliano le gana a la señora Calderón sería una sorpresa, casi una hazaña.
De ese tamaño ha sido el factor Cocoa. Se dijo aquí hace varias semanas que su derrota no sería muy significativa en Los Pinos y el centro del país. Lo que no imaginé entonces fue lo contrario, que su eventual victoria viniendo de atrás le podría evitar al PAN una pesada, costosa y quizá estéril sesión de psicoanálisis antes del 2012.
La dupla Cocoa-Josefina Vázquez Mota, además, equivale a decir que el blanquiazul tiene hoy posibilidades que no tenía. O al menos, que no se veían. Me cuesta entender, por lo mismo, que en vez de bendecir a las dos mujeres que los están trayendo de regreso, una buena cantidad de panistas se esmeren en ponerles piedras.
Panistas arrasados en 2009 o aliados al PRD en 2010. Rara misoginia probabilística. Porque sin estas dos mujeres, ni el más bragado de los machos azules podría invitar una ronda de esperanza”.
Honestamente, creo que dos golondrinas no hacen verano y que detrás de la exagerada condición de género, subyace la indomable realidad que tanto la hermana de Calderón como Vázquez Mota “brillan” precisamente por carecer de trayectoria política alguna, que no “grilla”, pues a eso sí se la saben.
Es fundamental aclarar que las lecciones de Michoacán ocurren en dos lugares distintos: el verdadero casi colapsado estado y la burbuja de cristal que, por cortesía de la Presidencia de la República, se dispuso para que a la “hermanita” no le pase nada.
En consecuencia, suponer que estas luminarias del cielo azul pueden remontar la decadencia de un partido es apostar por los milagros.
Reducido el ejercicio democrático a la suma de votos, sean reducidos o no, los grillos profesionales y algunos comunicadores a modo, persisten en moverse en una concepción de país sin fundamento.
La sangrienta y violenta verdad está allá afuera, lejos de la mascarada electoral y de las disposiciones centralistas, y no es una controversia de sexos.
México urge de estadistas, no de monadas y ricuras instantáneas que entusiasman con el candor ignorante de ponerse en el centro del foro, levantando la esperanza ridícula calculada dentro del esquema del Teletón.
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