miércoles, 16 de noviembre de 2011

DIVERSIDAD SEXUAL: LAS MUERTAS DE JUÁREZ Y LA ¿DISCULPA OFICIAL?

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

No es con mucho el mínimo de justicia que estas víctimas del sexismo local y la negligencia de las autoridades correspondientes merecen. Existe aun una enorme deuda de humanidad que habrá de saldarse, más allá de los monumentos estériles y los actos demagógicos. Los responsables de estas tragedias siguen libres igual que los representantes del poder que los protegen.

“Las muertas de Juárez”, como tristemente se les conoce, son la prueba doliente de lo que significa ser mujer, joven y trabajadora en México, donde la condición de género es un requisito para acelerar o no la persecución de los asesinos.

Cumpliendo el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Felipe de Jesús Zamora Castro, Subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos, que no el titular del área, el Secretario de Gobernación y, por supuesto que no, el Presidente de la República, pidió disculpas a nombre del Estado Mexicano por los feminicidios acaecidos en Ciudad Juárez.

Durante la inauguración del “Memorial Campo Algodonero”, el siete de noviembre de 2011, Zamora Castro externo:

Señoras, señores, antes de comenzar quiero solicitarles a todos ustedes nos pongamos de pie para guardar un minuto de silencio en honor y memoria de las mujeres víctimas en Ciudad Juárez.

Gracias.

Monseñor Juan José Gerardi, Obispo guatemalteco y defensor de derechos humanos, dijo: “Mientras no se sepa la verdad, las heridas del pasado continuarán abiertas y sin cicatrizar”.

Fue la búsqueda de la verdad y el afán de justicia lo que provocó que estemos reunidos aquí el día de hoy.

Las agresiones sistemáticas sufridas por las mujeres desde hace años, particularmente en esta región del país, es una preocupación constante de toda la sociedad mexicana; es un llamado de atención que debemos atender, y es lo que nos trajo hasta el Campo Algodonero de Ciudad Juárez.

Los feminicidios en Ciudad Juárez son hechos trágicos para todo el Estado Mexicano; lamentamos profundamente las pérdidas que sufrieron las familias y la sociedad.

Claudia Ivette González, Laura Berenice Ramos Monárrez y Esmeralda Herrara Monreal fueron víctimas de la situación generalizada de violencia hacia las mujeres, al igual que muchas otras jóvenes fallecidas.

Sus familiares y personas allegadas también fueron afectados en su integridad física y moral como consecuencia de la desaparición; el desconocimiento de su paradero durante periodos considerables de tiempo, la falta de debida investigación sobre lo ocurrido, así como por el tratamiento que recibieron por parte de las autoridades.

Al momento en que los restos mortales fueron localizados, las autoridades no tomaron las precauciones suficientes para resguardar el lugar y las evidencias materiales de los hechos, lo cual obstaculizó e indujo a errores en las investigaciones iniciales.

Los errores y negligencias en la integración de los expedientes contribuyeron de igual forma al retraso en las indagaciones para encontrar a las responsables de su muerte.

El Estado Mexicano es consciente del sufrimiento que causa a los familiares de las víctimas el hecho de que hasta el momento no se haya identificado a los responsables de los homicidios de las jóvenes González, Herrera y Ramos.

También el Estado Mexicano es sabedor de los agravios causados por el hecho de que al inicio de las investigaciones los familiares no fueron informados puntualmente de las indagatorias y de las diligencias que las autoridades llevaban a cabo para identificar y ubicar a los responsables.

Está aquí con nosotros la mamá de Merly Elizabeth, también quiero pedirle una disculpa a nombre del Estado.

El Estado Mexicano es consciente de su obligación derivada de los convenios internacionales suscritos, pero sobre todo de sus deberes con la ciudadanía.

Asumimos con responsabilidad ante estos hechos lamentables y nos haremos cargo de reparar en la medida de lo posible el daño causado a las familias y al mismo tiempo trabajar para seguir construyendo una cultura de respeto hacia las mujeres y contribuir a que las causas que originaron las agresiones en su contra en todos los niveles y especialmente los que derivaron en feminicidios.

Si bien, sabemos que no hay forma posible de reparación total por los años de lucha, incertidumbre, hostigamiento y zozobra que estas familias han pasado buscando justicia y la verdad de lo que ocurrió con sus hijas.

El propósito del Estado Mexicano en este acto es ayudar a estas familias a iniciar una nueva etapa de reconstrucción, la cual sólo puede llegar de la mano con la verdad y la transparencia respecto a lo sucedido.

Este acto es el medio por el cual el Gobierno Mexicano rinde homenaje y dignifica la vida y memoria de Claudia Ivette, Laura Berenice, Esmeralda y de todas las víctimas de feminicidio, reconociendo sus errores como Estado y ratificando el compromiso de que continuará avanzando hacia la rectificación de dichos errores.

En noviembre de 2001 fueron encontrados en este lugar las jóvenes que hoy honramos. Durante estos 10 años y aun antes el Estado en su conjunto ha incurrido en diversas violaciones de derechos humanos, es por ello que el día de hoy en cumplimiento a la sentencia dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Campo Algodonero contra México, el Estado Mexicano reconoce su responsabilidad.

Por la violación de los derechos a la vida, integración personal y libertad personal reconocidos en la Convención Americana en relación con la obligación general de garantía en perjuicio de Claudia Ivette González, Laura Berenice Ramos Monárrez y Esmeralda Herrera Monreal.

Por el incumplimiento de su deber de investigar y, con ello, el de su deber de garantizar los derechos a la vida, integridad personal y libertad personal consagradas en la Convención Americana en relación con la Convención de Belem do Para , violando además los derechos de acceso a la justicia y protección judicial.

Por la violación al deber de no discriminación contenido en la Convención Americana en relación con el deber de garantía de los derechos a la vida, integridad personal y libertad personal.

Por la violación a los derechos del niño en perjuicio de las jovencitas Esmeralda Herrera Monreal y Laura Berenice Ramos Monárrez.

Por las violaciones al derecho de la integridad personal y por los actos de hostigamiento que sufrieron los familiares de las víctimas.

Por las irregularidades presentes en las primeras etapas de las investigaciones de los delitos y aquellas que en la segunda etapa no se subsanaron debidamente y que redundaron en impunidad a favor de quienes perpetraron los delitos que dieron origen a la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

El Estado Mexicano reconoce que derivado de las irregularidades antes referidas se afectó la integridad psíquica y dignidad de las familias de Claudia Ivette González, Esmeralda Herrera Monreal y Laura Berenice Ramos Monárrez.

Es por todo esto que reconocemos la responsabilidad por todos esos actos y omisiones que nunca debieron tener lugar, porque fueron actos de violencia, discriminación e irresponsabilidad del Estado Mexicano en su conjunto, cuya consecuencia fueron la pérdida de vidas humanas y la devastación de familias enteras. Por ello, pedimos perdón.

Tenemos la obligación de investigar estos delitos y no nos referimos sólo a los feminicidios, sino también a las inconsistencias, errores y actos de negligencia cometidos por los servidores públicos a cargo de las investigaciones.

Asimismo, debemos llegar a cabo y, de hecho, ya iniciamos las acciones necesarias para que actos deleznables, como los que ahora conmemoramos, no vuelvan a suceder.

Desde la prevención del delito, la educación con enfoque de respeto a las mujeres y a los derechos humanos, hasta la capacitación de todas las autoridades involucradas en la procuración y administración de justicia para atender debidamente casos como los que hoy nos convocan.

En este acto, también reconocemos la labor incansable de los familiares de las víctimas, sus abogados y las organizaciones que los acompañaron durante este proceso de búsqueda de justicia, porque nunca han cejado en su empeño, acudiendo a las instituciones nacional e internacional hasta ser escuchados en sus justas demandas.

Consideramos que la sentencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos es una herramienta sumamente útil que orienta a los gobiernos y a la sociedad en general respecto a las acciones necesarias para atender debidamente a las víctimas de feminicidios y de los delitos en general.

El precedente establecido debe ser materia de estudio en todas las escuelas de derecho de nuestro país.

Señoras, señores, la realización de la justicia es atribución primaria del Estado; la honesta, objetiva y fecunda actuación de este valor es la mejor garantía que puede otorgarse a los derechos fundamentales de la persona humana, es además condición necesaria de la armonía social y del bien común.

El poder debe corresponder a la dignidad trascendental de su misión con acendrada responsabilidad, firme independencia y enérgica actitud como guardián celoso y activo agente de la protección del derecho. No sólo contra las trasgresiones de los particulares, sino particularmente contra toda desviación o abuso de poder.

Señoras, señores, hagamos todo lo necesario para que honrar la memoria de Esmeralda, Laura Berenice, Claudia Ivette y de todas las mujeres que fallecieron en Juárez se traduzca en beneficio de las mujeres de nuestro México y de toda la América.

Gracias.


Huecas, circunstanciales y políticamente correctas, las palabras se las llevó el viento.”Las muertas de Juárez”, canonización oficial aparte, son parte de una historia que necesita cerrarse con hechos, no con monumentos.

Entristece, avergüenza y enoja que los “políticos” crean que un texto, además escrito por otra gente, baste para callar la impotencia.

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