POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Estas historias comienzan en la rutina.
Era la noche entre el viernes y el sábado del 21 y 22 de octubre de 2011.
Como en cualquier parte del mundo “civilizado”, la fiesta recorría la comarca.
Stuart Walker, joven gay de 28 años estaba fuera de su casa celebrando el fin de semana, en Cumnock, Escocia.
En algún momento, alguien le había golpeado, atado a un poste y quemado brutalmente.
A las cinco de la mañana descubrieron el cuerpo.
Aunque no han podido confirmar aún el móvil del asesinato, las autoridades sospecharon y manejaron una hipótesis principal: Stuart era gay y era probable que se tratara de un crimen homófobo.
Casa por casa, los agentes investigaron desde el sábado cualquier pista o indicio relevante que les llevara al brutal asesino, por ahora desconocido. La investigación se centró por en la vida privada de la víctima, que fue vista por última vez a las 2.30 de la mañana, junto al Parque de Bomberos de la localidad, poco antes de sufrir tal atrocidad. "
El suceso conmocionó al Reino Unido y al resto de las naciones “civilizadas”, es decir, políticamente correctas.
Las muestras de afecto no se hicieron esperar, en especial, en la redes sociales, que estallaron indignadas y apenadas por el trágico suceso, convertido en trending topic más importante de Twitter bajo el hastag #RIPStuartWalker.
Hubo reacciones de varios colectivos internacionales de homosexuales consternados por el asesinato y por sus consecuencias sociales.
Las condolencias también se extendieron a Facebook, donde han sido creados varios grupos de apoyo a los familiares.
Pero la historia no tendrá un final feliz.
Al avanzar las pesquisas se supo que Stuart fue atraído por la policía a causa de una ofensa sexual previa en contra de un menor de edad, y aunque el interrogatorio fue rutinario, las conjeturas se dispararon.
El caso permanece abierto y un hermetismo total ha caído en cuanto a la detención de un joven de 18 años probablemente vinculado al ataque.
Las autoridades que expusieron el móvil de la homofobia han reculado. El crimen por odio es una línea de investigación. No es hecho dado.
La noticia se enfrió y fue bajando de las primeras planas, a no ser de la continuidad dada por el periodismo interesado.
De comprobarse la tesis policíaca del asesinato homófobo, se estaría ante el triste indicador que, a pesar de los discursos conciliatorios y los derechos humanos, la barbarie no conoce fronteras, de igual modo que las “buenas conciencias” seguirán poniendo las barbas a remojar con tal de no perder el estilo y la afectación de una improbable apertura de su conservadurismo.
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