POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
A veces no basta con llenarte de palabras,
con jurarte un amor que tú no sientes,
con pintarte el mundo de colores
y arrastrarme por el piso de tus sueños.
A veces no basta con escribirte canciones,
fantasías estructuradas en tono de Do mayor,
con encontrarte en cada espejo de mi ciudad aluminio
o con venirte a descubrir en cada día de la semana.
A veces no basta con perseguirte en mis noches
intentando entre sombras alcanzarte,
para luego despertar sudando
y titiritando mi ingenuidad.
A veces no basta mi radicalismo para explicarte
mi concepción del amor y su suma de determinantes,
ni tampoco mis aullidos por causas ajenas,
gesticular y exigir en nombre de los olvidados.
A veces no bastan las llamadas a la medianoche,
confesiones tragicómicas de un payaso arrodillado,
para acercarme a ti, para fusionarme a ti y para olvidarme.
A veces no basta con el estrechón de manos
para terminar nuestros encuentros mentales,
a veces no basta, a veces no basta
con que te quiera simplemente.
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