martes, 26 de octubre de 2010

EDITORIAL: EL REGRESO

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Para quienes retornamos del límite de la nada, empujados por extraños y por su voluntad destructiva, el regreso no es fácil.

A lo largo de mi trayectoria periodística he cubierto la desgracia ajena en formas que superan las peores pesadillas de cualquiera.

Durante casi dos décadas y media he escrito sobre las víctimas, y en una ocasión me tocó ser en solitario, y en esta última, con mi esposa.

La primera vez padecí todo el proceso de readaptación a la vida cotidiana. En esta ocasión, más que el dolor físico, mi peso es moral, espiritual y difícil de manejar, aun por los expertos. La curación, me explican, será un proceso tardado e. inevitablemente, el recuerdo me acompañará hasta el final de mis días.

A pesar de la desgracia, “El Último de los Dodos” mantuvo el cambio diario de información. No con la tendencia periodística que acostumbran leer nuestro blog, pero sí con el dolor personal. Los poemas del fin de semana son recuerdos de tiempos idos, de días felices y de franca oposición a la oscuridad circundante.

En diferentes redes sociales, conocidos y desconocidos respaldaron a Marcia y a mí, haciendo una inobjetable diferencia entre la vida, la hermosa vida, y el exterminio. Para todos ellos no tenemos palabras suficientes que engloben correctamente el milagro de amor que obraron en nosotros.

En la nueva oportunidad que nos da la existencia, en lo que al periodista se refiere, ratifico mi compromiso a continuar usando la palabra escrita como instrumento de denuncia a las arbitrariedades y como un abrazo solidario a las víctimas que generan.

Tuve largas jornadas para llorar, auto compadecerme y delegar en otros la responsabilidad profesional de ser puntuales a la noticia, aunque sea yo mismo.

Evidentemente, no soy el mismo, algo se quedó en ese taxi infame, sin embargo, me debo la oportunidad de volver a teclear el procesador de palabras e invitar a la resistencia contra los canallas.

“El Último de los Dodos” seguirá dando lata e invita a quien lo desea a participar en este proyecto de lucha civil y de recuperación de la dignidad ciudadana. Quizás no veamos el alcance de ese sueño, pero es fundamental legar a los que vienen el ejemplo de no claudicar por fuertes que sean los madrazos.

Tuve la suerte de contarla. Otros compañeros, no. Por ende, tengo una obligación profesional de hacer lo que me corresponde.

No pertenezco ni deseo pertenecer a los francotiradores informativos de los poderosos. Soy un ave en extinción en una trinchera cavada con picos y alas a modo de refugio para escuchar, difundir y fustigar en pro de los derechos elementales arrebatados a los ciudadanos por sus falsos representantes.
No existe democracia alguna, cuando la gente de provecho, que cumple su trabajo, gana honradamente su salario, vela por su familia y sus patrimonios, es arrancada brutalmente por bandas delictivas organizadas al servicio de protectores omnipotentes que se alimentan del terror.

“El Último de los Dodos” está de pie.

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