domingo, 3 de octubre de 2010

FARFADET: DOS DE OCTUBRE 2010

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Aunque la multitud ruge, permanece el silencio.

Aunque los jóvenes iracundos reten a los uniformados, es políticamente incorrecto molestarlos.

Aunque el mantra de “dos de octubre, no se olvida” aparezca en cada manta, el movimiento estudiantil se contrae a la anécdota.

Aunque los “lideres históricos”, pronto sean vistos como veteranos de la Revolución del 10, la causa sólo existe en sus mentes.

Aunque tengamos una bibliografía “oficial” de los hechos, el saldo real se va empolvando.

En el México del Bicentenario, la marcha a Tlatelolco es un espectáculo más.

La mentada conciencia política es una variable exótica de anarquía punk.

¿A quién le interesa la izquierda a lo Mao, a lo Ho, a lo “Ché”?

¿Cuántos conocen “la guerra de la pulga”?

Hoy, ganar la calle tiene permiso.

Un poco de exceso no hace daño.

Hasta las parejas se casan el dos de octubre.

La generación de entonces va muriendo.

El ciclo de la vida es implacable.

¿Justicia? Ya se institucionalizó el delito.

No faltará quien evoque a Gustavo Díaz Ordaz y a Luis Echeverría como patriarcas del viejo orden, ese que sí servía.

La derrota está en el mismo desfile.

Por vergüenza no deberíamos aceptar el préstamo citadino.

Pero estamos en la post rebeldía, donde el rito ahoga el convencimiento.

Esta masa es la misma asistente a un juego de fútbol, un concierto musical o la “noche mexicana” de una Delegación Política.

Se marcha con el parlamento aprendido y la ropa rigurosa del contestatario.

No hay futuro, sólo una larga hilera de gritones que nadie escucha.

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