POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
No se necesita ser un genio para explicar la militarización de México como uno de los peores errores que pudo tener la administración de Felipe Calderón, pues lejos de proponer un fortalecimiento real de la seguridad del Estado, los soldados sirven para sostener una presidencia raquítica, impuesta y vengativa.
A diferencia de Ernesto Zedillo o Vicente Fox, Calderón ingresó a Los Pinos con el autoritarismo como único aval de negociación. Más que el poder, Calderón es un adicto al poderío, sin importar el costo humano de las salvajadas que promueva.
El intento del presidente, no sólo engloba a las fuerzas de seguridad pública, sino a la aventura de crear su propio ejército, cuyas cuentas únicamente él conoce.
No estamos en el pasado cuando el ejército representaba el principio constitucional de la garantía ciudadana. Ahora, los recursos se destinan a propósitos de equilibrio, de golpeo político o de cobertura a intereses de los que es mejor no enterarse.
Usando el nombre genérico de “narco”, Calderón lo mismo ordena un estado de sitio o una balacera a tontas y a locas. En la bolsa del “narcotráfico” caben todas las bajas posibles y, si hace falta, pues se abre otro frente. ¿Quién demonios va a investigar en la tierra de nadie?.
Desafortunadamente la obsesión de Felipe Calderón por la silla presidencial, ha permitido que al interior de la República, conflictos políticos, sociales, económicos e ideológicos crezcan y absorban pueblos enteros en espirales de violencia interminable.
En el 2000 pocos suponían un escenario aterrador como el que se vive a diario. Se creyó que con la transición y la democracia, las cosas iban a mejorar; la justicia y la igualdad por fin enraizarían en el país.
Equivocados de cabeza a rabo, 2010 proyecta las vicisitudes de un año entrante cargado de mayor desgracia, precisamente, por el terror del presidente a caer y ser cuestionado por los agraviados. La sucesión presidencial será aromatizada por el fuego, el humo y la sangre hirviente.
El fin del sexenio de Calderón no terminará con el sometimiento de la bestia puesta en libertad. Ahora que ya está encanchada y ha ganado espacios para hacer de las suyas, no regresará al cautiverio con un simple silbido.
La rifa del tigre es peligrosa. No obstante, advertimos a los grillos encaramándose en torres tambaleantes para ser considerados. Por supuesto, se negarán a nombramientos peligrosos, aunque una mujer de veinte años tenga que dar la cara por la precaria autoridad que le da una placa y su valentía.
A este paso cambiaremos la celebración del día de muertos por el año de los difuntos.
Usted, ¿qué dice?
1 comentario:
Si bien el ejercito es la única (relativamente) institución que no se tambaleo en el cambio de poderes del 2000, hoy toma elrolde una policia autoritaria, carente de realidad humana y con un bajo perfil de pelea por un bando de narcotrafico, la marina asuma el papel de una policia rectora y federal que guarda información a la SEDENA que siempre se caracteriza por estar controlada por farsantes amantes de la patria; sí es cierto, la marina no es la solución, el ejercito deberá regresar a los cuarteles apertrechados al terminar esta administración pues lo más seguro es que el "nuevo PRI" desee renegociar las deudas de antaño y sobre todo calmar a labestia con algunos caminos para llevar el producto o ¿acaso será que la nueva estrategia de la administración entrante será lña de seguir peleando pero con la salvedad de quitarles lo que más quieren?
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