sábado, 9 de octubre de 2010

EDITORIAL: DEPORTADOS Y ATURDIDOS

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL


392 mil 863 personas han sido deportadas de los Estados Unidos durante 2010. Un récord histórico considerando el perfil político del inquilino de la Casa Blanca.

Al igual que muchos idealistas absurdos, México no acepta que los Estados Unidos carecen de amigos y dan prioridad a los intereses. Simple.

Durante décadas nuestro país ha supuesto que el vecino del norte le guarda una consideración especial. Sin embargo, la historia de las relaciones bilaterales resalta lo contrario.

Como candidato a la presidencia por el Partido Demócrata, Barack Obama ofreció una reforma migratoria en su primer año de gestión. El presidente Calderón fue el primero en ser recibido por el entonces presidente electo Obama. Se renovaron las esperanzas cuando la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y después el propio Obama visitaron este país en 2009 en respuesta a los reclamos mexicanos por su poco involucramiento en la guerra contra las drogas. Por primera vez reconocía el gobierno de Estados Unidos su responsabilidad en el consumo de drogas y en el tráfico de armas hacia el sur. Este año, el zar antidrogas estadounidense anunció un nuevo enfoque social a la lucha contra el narcotráfico que abría de nuevo las expectativas en México.

No obstante, recordemos que una cosa es ser candidato y otra presidente, que las visitas diplomáticas son vistosas, pero no arreglan mucho y que los discursos no comprometen, a menos que vayan sujetos a acciones.

En diez años de panismo presidencial, México se diluyó en la Sociedad de las Naciones, cayendo en la preferencia de aliado natural a lastre complicado de la seguridad interna de los Estados Unidos.

Pakistán, India y otras naciones de parecido perfil van avanzando en la cercanía con los estadounidenses, enfatizando los privilegios que se desprendan.

Desgraciadamente, insisto, no es culpa de los Estados Unidos, sino de la incapacidad política de dos sexenios de derecha cutre, preocupada en la retención del poder a lo bruto y aniquilando el entendimiento correcto de las relaciones internacionales.

Estados Unidos no le debe nada a México como para que se ponga en papel de víctima por el regreso de ilegales que huyeron del país porque los responsables de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos no han querido o podido hacer algo al respecto.

A pesar de la vecindad, Estados Unidos y México son dos países que pueden compartir objetivos, mas no hacerse responsables de la imbecilidad mutua.

La Ley SB1007 de Arizona que tanto ruido metió dentro y fuera de Estados Unidos sólo reafirmó que en eso del gobierno hasta la terquedad se quiebra. Ningún país por democrático que se presuma va a permitir el libre tránsito de ilegales por su territorio, aunque eso represente ganancias colaterales, precisamente por el rechazo lógico de la ciudadanía establecido a cargarse de problemas ajenos.

La mentalidad mexicana de que Estados Unidos “tiene que ayudar” necesita actualizar a “lo que no hagas tú, nadie lo hará por ti”. Eso es el costo real de la democracia: la madurez y el crecimiento de la responsabilidad pública.

En vez de ponernos a mentarles la progenitora a los vecinos, acatemos nuestros derechos y nuestras obligaciones sin aguardar el milagro, la ayuda o la palmadita extranjera. Queremos un México distinto, hay que trabajarle solos y no andar rezando a la promesa de la providencia de las barras y las estrellas.

1 comentario:

Emir el CUYO dijo...

<Supongo que despues del retorno de toda la banda mexicana el gobierno mexicano aceptará la respnsabilidad de que nuestros paisas hayan sufrido tantas cosas de aqul lado por la ineptitud de nuesros gobernantes, OJO la lay es la SB1070 más no la SB1007, esta última se refiere a la venta o poseción peines (cargadores) de alt capacidad