POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
La jornada electoral del tres de julio de 2011 no tuvo mayores sorpresas. En el estado de México, Coahuila y Nayarit, el Partido Revolucionario Institucional ganó las Gobernaturas y plantó un esquema determinante para la elección presidencial de 2012.
Sin objeción, el PRI se hizo de una de las joyas decisivas de la corona política nacional, al mantener en el estado de México, a la vieja usanza, la continuidad del poder, metiendo de lleno a Enrique Peña Nieto en la posibilidad concreta de regresar a la dinocracia a la Presidencia de la República en 2012.
La caída estrepitosa del Partido Acción Nacional fue consecuencia de la obsesión sin sustento de Felipe Calderón por abarcar lo que el tamaño no le da. Con el costo electoral adverso, debido a su guerra contra el crimen organizado, y la mitomanía que le caracteriza, hundió un repunte sincero de las aspiraciones de la derecha decimonónica, que dice representar.
El panismo, o lo que queda de él, tiene que aceptar la disyuntiva de hundirse con el capitán o declararse en rebeldía para recuperar algo de lo perdido, de menos la dignidad.
El Partido de la Revolución Democrática, a su vez, recibió la enésima prueba de la imposibilidad de convertirse en un oponente serio en tanto no logre la unión real de todas las tribus que lo integran.
Las mentadas alianzas híbridas PAN-PRD, en la sombra de la derrota, pudieran ser un camino menos frágil de cara a 2012, no obstante, es indispensable controlar la ambición y la soberbia de los líderes que presumen conseguir en solitario, lo que la realidad les arrebata.
La maquinaría tricolor volvió a funcionar, en especial, por los errores ajenos y la capacidad interna de soldar las fisuras. No es el caso de reseñar una victoria del mejor, sino del menos peor; del que supo sacarle tajada a la estupidez de la oposición, conociendo la inclinación atávica del pueblo a repetir fracasos.
El priísmo ganador poco tiene que ver con el de antaño, básicamente por lo irrepetible de la coyuntura histórica. Sin embargo, en la desolación de la oferta partidista, procura ceñirse a existir del apellido, el abolengo y la neo nostalgia de cuando en México, la sangre no costaba tan barato.
Sin aprender, la exigua clase gobernante piensa que es posible crear un candidato en pocos meses a través del dinero público, los ensueños etílicos y el canto de las señoras. A pesar de lo que se ponga, el PRI y el PRD guardan personajes carismáticos, alejados de las cartas marcadas y los suicidas del blanquiazul.
Respetando la tradición de que el Presidente no se equivoca, los conservadores encontrarán un chivo expiatorio lejos de Los Pinos.
La lógica, esa virtud casi extinta en la elite grilla, demostró contundencia. Los actos refrendaron los resultados.
El porvenir parte de esa relación obvia.
Como detalle a la amplia deshonra del panismo, 34 ejecutados en Chihuahua, Sinaloa, Nuevo León, Jalisco, Baja California, San Luis Potosí, Estado de México y el Distrito Federal pusieron la nota de color en el ejercicio cívico.
¿Así espera la reacción, el beneplácito de la gente?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario