viernes, 29 de julio de 2011

EL COCOTAZO: UNA TORRE "POPULAR"

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Que no se admita que la izquierda gobernante de la Ciudad de México no sabe hacer negocios o transar a gusto, incluso contra las causas populares que improbablemente defiende.

En cuatro años la Ciudad de México verá la aparición de un rascacielos de 54 pisos que será vecino de La Diana Cazadora: el R432 Residences by Buddha-Bar Hotels & Spas, que junto con la Torre Reforma, de 56 niveles, o la Torre Bancomer, de 60, entre otros, pasará a formar parte de los edificios más altos del Distrito Federal.

El secretario de Turismo del Gobierno capitalino, Alejandro Rojas Díaz-Durán, informó que actualmente están en proceso de construcción otras 15 grandes torres.

La característica del R432 es que en su inversión de 110 millones de dólares participan, junto con capital mexicano, recursos extranjeros de los propietarios de los hoteles de siete estrellas de la firma Buddha-Bar Hotels, que por primera vez llega a México.

Al margen de los datos públicos que posiblemente se puedan consultar, la verdadera ganancia ocurre en los pasadizos subterráneos de las cúpulas dirigentes. Ahí es donde se pactan acuerdos sin nombre, rostro o apellido.

¿Dónde fue sepultado el recuerdo de la tragedia de los terremotos de 1985? ¿Quién refrendó la promesa que JAMÁS se construirían torres en la metrópoli?

A parte de las manos puestas en el corazón, qué otra garantía de seguridad tenemos en caso de un mega sismo.

Sin embargo, para el promotor de la inmobiliaria Elipse, Ricardo Czukerberg, manifestó que el rascacielos será el “más icónico y significativo por los usos que tendrá, por su ubicación y arquitectura y por las marcas que lo acompañan: será representativo de la ciudad”.

La firma llega con todo y su lema: “Tranquilidad, meditación y exclusividad”. El costo de uno de sus departamentos, de entre 60 y 80 metros cuadrados, será de hasta 400 mil dólares. Otros más grandes contarán incluso con un jardín integrado.

Para la Ciudad de México, de acuerdo con Rojas Díaz-Durán, “el Corredor Reforma es sin duda la avenida turística más importante de México y América Latina. No hay una en América Latina u otras partes del mundo que tengan la inversión e infraestructura que tiene actualmente Reforma”.

En esta avenida donde se construyen los rascacielos, el metro cuadrado está en más de 10 mil dólares, según el funcionario. Una ventaja para los inversionistas es que obtienen diversos incentivos fiscales.

Una “leyenda urbana” reza, no sin falta de sustento real, que uno de los dueños de ese “paraíso urbano” no es otro más que Carlos Slim, hombre de afamada riqueza universal.

La R432 tendrá “a las mejores marcas comerciales del mundo en su planta baja. Es la primera inversión importante en una de las torres más grandes de México”.

El arquitecto de ese rascacielos, Michel Rojkind, explicó que éste se levantará en 12 predios que suman mil 712 metros cuadrados, que fueron adquiridos a 25 propietarios.

La torre, que tendrá más de 60 mil metros cuadrados construidos, contará con sótanos para estacionamientos y un club social, donde incluso se prohibirá el uso de celulares para que los asistentes puedan relajarse; tendrá bar y cantina mexicanos, boutiques, galerías, spa, alberca y gimnasio.

Además de su carácter sustentable, por sus jardines en diferentes niveles y del reciclamiento del agua pluvial hasta en 67 metros cúbicos diarios, el complejo le apostará a las nuevas tecnologías. Habrá espacios interactivos, como un simulador de golf y de Nintendo, además de ludotecas.

El complejo que se construye prevé que el ingreso de vehículos no sea por la avenida Reforma, “para que no afecte la vialidad”, e informa que la entrada se hará por la calle de Tokio, es decir, por la parte posterior del inmueble.

Una “chulada” urbanística a la que poco importa el temor de los vecinos por la perdida eventual de sus propiedades a causa del fuerte impacto colateral que tendrá el mastodonte, pues hábilmente los permisos ya están y las untadas de mano se hicieron por el bienestar de la Urbe, y el partido que lo solapa.

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