POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Como suele suceder en sociedades políticas como las nuestras, hablar por hablar trae mayores complicaciones que el haberse callado.
En la coyuntura trágica de defender lo imposible, las instancias gubernamentales implicadas en la cuestión del crimen organizada y la supuesta cruzada redentora del presidente Calderón, acaban mordiéndose la cola al externar hechos que no son tales, pero que impulsan a indagar sobre ellos.
Las supuestas cuarenta mil muertes ligadas teóricamente al narcotráfico y actividades ilícitas similares son la “papa caliente” que, bien a bien, el gobierno no ha podido ni ha querido explicarlas satisfactoriamente.
En días pasados, el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI) resolvió que la Procuraduría General de la República busque información relacionada con las 35 mil muertes en acciones contra la delincuencia organizada; cifra correspondiente al momento de hacer el pedimento.
Un particular solicitó a la Procuraduría General de la República (PGR) la fecha, el número de averiguación previa, el estado que guarda y los hechos por los cuales perdieron la vida esas personas, además nombres de bandas y/o delincuentes sentenciados.
En consecuencia, el instituto buscó la información publicada por la PGR y localizó boletines que se informan sobre las ejecuciones de delincuentes, autoridades federales o estatales y civiles, de lo que se desprende que sí se han proporcionado estadísticas sobre el número de muertes atribuidas al combate a la delincuencia organizada.
Por esa razón, aún cuando el IFAI advirtió que no hay indicios que sugieran la existencia de un documento que contenga la relación solicitada, observó que la PGR cuenta con alguna estadística e instruyó a efectuar una búsqueda exhaustiva sobre la información requerida.
El problema no sólo es la imprudencia de las autoridades al lucir datos que probablemente no posea, sino que de existir, darían una versión diferente a la generalización mediática que propiciaron.
La estadística de la muerte es un punto crucial en los intentos del grupo gobernante para revertir los costos político, económico, social y cultural, que propicia la intervención de las fuerzas federales de seguridad en esta masacre descarada.
Mostrando el cobro, algunos personajes de la opinión pública institucional calificaron la conducta de Felipe Calderón frente a Javier Sicilia, víctima “colateral” de la estrategia de estado, como un “triunfo de civilidad”, de entendimiento y demás títulos, que no coinciden con el texto íntegro del discurso.
Aunque lamentando la desgracia atraída, lágrimas de cocodrilo incluidas, Calderón nunca renunció a moverse del punto de quiebre en que está capturado México, es más, lamentó no haber hecho antes lo indispensable en la construcción de este infierno.
La promesa de la generación de comisiones burocráticas y las palmaditas conciliadoras a las espaldas de los presentes en la reunión del Castillo de Chapultepec, sonaron al habitual carpetazo.
En suma, la petición del IFAI a la PGR, y la opereta de Calderón muestran que los mexicanos no compartimos el “legado” presidencial ni la verdad definitiva que le han colgado a los crímenes que en nombre de la presidencia, que no del Estado, se han perpetrado.
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