POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Nada bueno saldrá del embrollo del secuestro y el probable rescate de Diego Fernández de Cevallos.
El viernes 23 de julio de 2010, José Cárdenas, en la columna “Ventana”, que publicó El Universal, aseguró que el Jefe Diego estaba vivo, que Lozano Gracia encabezaba las negociaciones, y que los secuestradores pedían treinta millones de dólares para liberar a uno de los caudillos de la derecha decimonónica.
Sin aportar mayores referencias, Cárdenas escribió que los plagiarios provenían de un grupo guerrillero extremista (¿y cuál no?) asentado en la zona del Bajío, desde hace 20 años, que depende del Ejercito Revolucionario del Pueblo Insurgente, una facción del Ejercito Popular Revolucionario, y que autodenominado TDR-EP, Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo, encabezado por Constantino Alejandro Canseco Ruiz, alias El Comandante José Arturo o Hugo, y su pareja Blanca Estela, alias La Porta o Frida.
De un maquinazo, José Cárdenas resolvió el misterio y divulgó datos que forzosamente tuvieron que salir del Gobierno Federal o de gente bien conectada a los nervios de información públicos, lo que demuestra el interés de filtrar notas, buscando un efecto específico.
Ayer 26 de julio, José Cárdenas leyó una carta atribuida a Diego Fernández donde en un estilo muy peculiar, apresura a la familia a concretar la transacción financiera y posibilitar el regreso con los suyos, Sin embargo, el documento abre muchas dudas en cuanto a la autenticidad del firmante.
Asombra que sea un periodista capaz de ponerle nombre y apellido a los responsables del secuestro de un notable y que el Gobierno Federal, panista para que arda más, se limite a tocar levemente la cuestión, enfocando la prioridad a temas polémicos habituales.
De ser ciertas las aseveraciones de José Cárdenas entonces por qué las fuerzas de seguridad han guardado un silencio cómplice ¿o están esperando que se edite también la dirección de los alzados? ¿Desde cuándo sabían el rumbo de la investigación o qué movió a reducir el procedimiento a la formulación de una hipótesis de cómo se llevo a cabo el rapto?.
No es que treinta millones de dólares sea una cantidad desdeñable, pero ¿a cuánto asciende la fortuna del señor Fernández? Por supuesto, a números muy por encima del rescate.
La cercanía al acto multitudinario de Andrés Manuel López Obrador, hace que la supuesta carta y la fotografía difundidas del Jefe Diego en cautiverio parezcan dirigidas a jalar atención de los momentos incómodos.
El tiempo corre y el secuestro del Jefe Diego mantiene una línea atípica de desarrollo. La prisa de otras capturas aquí va en cámara lenta, como si diferentes intereses estuvieran de acuerdo en no cometer una error y que el plan maestro, sea cual sea, se cumpla.
La desaparición de Diego Fernández es benéfica a correligionarios y adversarios, por ello, extraña que muevan el avispero en ocasiones especiales, eso sí con el escándalo de los medios y las redes sociales que les hacen eco.
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