POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Esto es otro tipo de terror. La Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN), cuyos agremiados votan y votan fuerte, se negó en redondo a la prohibición de comercialización en las escuelas de productos con alto contenido calórico.
Tal y como los informamos los DODOS, la Ley General de Salud tuvo dos reformas que prohíben la comida y las bebidas “chatarras” y obligan a la realización de ejercicio durante la jornada escolar, que fueron aprobadas el 13 abril pasado en la Cámara de Diputados.
No obstante, el Gobierno Federal reculó y se fue contra las bebidas azucaradas mientras permitió que la comida permaneciera dentro de los colegios hasta que los fabricantes pudieron modificarlos y hacerlos más nutritivos.
En un gesto de provocación típica empresarial, la declaración de la CONCAMIN recibió una contestación fuerte del Secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos: “Las empresas se niegan a entender que vivimos una situación grave en salud pública, que no se compensa por lo que (ellos) pagan de impuestos o por los empleos que se crean”.
Llama la atención que el asunto se ventile a horas en que diversos Estados de la República tendrán elecciones y bajo la coyuntura fragmentada de la seguridad y la paz social; después que Felipe Calderón ha sacado de la chistera propagandísticas promesas y más promesas para reducir la desbandada de los correligionarios ante un escenario desfavorable a la derecha.
Es lógico que el impacto de las reformas en dinero será tremendo, pero la salud del “futuro de México” costará una millonada al concretar las enfermedades crónicas e incurables de una ingesta rebosante de sustancias perjudiciales al bienestar del cuerpo. Por ende, la precaución de las autoridades es válida, aunque sabemos que acá todo es susceptible de negociarse, por eso nos va como nos va.
El punto es que este distanciamiento viene inmerso en una larga protesta de los capitalistas precisamente por que de no ser palabras, a la presidencia el país se le fue de las manos y recientemente tuvo que explicar hasta su legitimidad.
Nos es claro que estas elecciones intermedias traen espanto y zozobra, pues, el choque de los señores de la guerra y el poder no contempla la rendición. En algunas entidades federativas se calcula una ausencia terrible de electores y en otras desaguisados de proporciones indescriptibles.
En “Calderolandia”, por supuesto, nada de esto se acepta y el tiranito ofrece regalos a los fieles y persecución a los disidentes. La realidad está amañada y, probablemente, este fin de semana Felipillo nos aseste un enésimo mensaje que nadie pela, exaltando los logros “incuestionables” de su administración.
No queremos leernos fatalistas, empero, el saldo de estas elecciones tornará más tirantes las relaciones con los “aliados naturales” del conservadurismo: los empresarios, la iglesia y los ultra de las fuerzas armadas.
El mejor argumento para votar a favor del blanquiazul ni siquiera se ha tocado de refilón, ninguno de los estrategas se ha aventado a proponer un voto por la paz, un voto contra una guerra que nadie avaló y que a la totalidad de los mexicanos preocupa. Eso hubiera sido un buen principio, no la repetición de exhibirnos los cadáveres y asestarnos la alta probabilidad de convertirnos en uno.
Esperemos a ver quién más se une a las disputas para callar la conciencia.
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