EDITORIAL: PAULETTE Y LA DESHONRA DE LA JUSTICIA

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

“En una conferencia de prensa que duró 10 minutos y donde no se permitieron cuestionamientos por parte de los representantes de los medios de comunicación, el procurador del Estado de México, Alberto Bazbaz Sacal, manifestó ayer viernes, que según los peritajes que constaron de 83 declaraciones, 85 dictámenes institucionales, tres dictámenes externos, tres informes, 20 inspecciones y 14 reconstrucciones de hechos se concluyó:

1.- La posición donde fue encontrada la menor corresponde a la posición donde falleció, es decir que la posición original y final son la misma.

2.- Que el cuerpo de la menor no fue manipulado después de su muerte, es decir que la menor permaneció desde que murió en el lugar donde fue encontrada.

3.- Que la muerte de la niña Paulette se registró entre la noche del 21 de marzo y las primeras horas del 22 de marzo.

4.- Que no existen lesiones u otros indicios relacionados con la muerte, no que indiquen maniobras de defensa o resistencia, previos al fallecimiento, ni indicios que señalen que la oclusión de orificios nasales fuera producida por otra persona, pues no hay estigmas ungueales (rasguños), excoriaciones perinasales o peribucales (raspones alrededor de nariz o boca)....

8.- Que desecha la hipótesis que el cadáver de la niña Paulette hubiera sido colocado en el lugar y posición en que fue encontrado posterior a su muerte.

9.- Que se infiere el probable desplazamiento de dirección de cabeza a pies, lo cual fue corroborado con los experimentados realizados con diversos monitores (menores con características similares a la occisa), en los que se apreció la posibilidad de que la menor, por sus propios medios, realizara un movimiento en la cama”

Con este veredicto imbécil, las autoridades encargadas de uno de los casos de nota roja que más han conmovido a la sociedad mexicana definen como accidente, al no haber señales de violencia, el deceso de la niña Paulette Gebara Farah y, por ende, ausencia de culpables.

Como si faltarán pruebas de la disfunción policíaca, el final del Caso Paulette es una vergüenza pública para la gente que creyó, primero en la desaparición de la menor, y luego en el culebrón que montaron implicados y dizque peritos para acomodar la escena del crimen a conveniencia de quienes marcaron línea.

En un ejercicio pésimo de responsabilidad panfletaria, el gobernador Enrique Peña Nieto hizo el oso de su polémica ascensión a la posible candidatura presidencial del Partido Revolucionario Institucional. Partiendo de este ejemplo de impartición de “justicia” (¡¿?!) qué podemos esperar de su unción definitiva en Los Pinos.

Si iban a terminar en el ridículo absoluto por qué no aventurar tesis:

A.- Que la niña en murió en santa paz y olor a santidad.

B.- Que el cuerpo no fue visto durante tantos días simplemente por hallarse en la dimensión desconocida, lo que daría una aura sobrenatural y piadosa al sacrificio.

C.- Que ante la puntualidad de la Muerte, la impuntualidad mexicana se impuso y la Parca llegó cuando se le dio la gana, pero, eso sí, llegó.

D.- Como Paulette se murió solita, no hubo ninguna pista, salvo la costumbre de los “tiras” para acalambrar a familiares y servidumbre.

E.- El cadáver de la niña no fue tocado por manos humanas, sino angélicas y ni modo de meternos con el Altísimo.

F.- Que Paulette se suicidó.

Los DODOS envían al Procurador del Estado de México, Alberto Bazbaz, una sentida y calurosa MENTADA DE MADRE, deseándole que se lo cargue la Chingada por prestarse a encubrir a quien o a quienes se mofan de haberla librado y dejar tras de sí la esperanza trunca de una vida que merecía mejor destino que el oprobio que cubre su memoria.

PAULETTE, DESCANSA EN PAZ y perdona a estos canallas... si puedes.