POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
A dos años de tu partida, mi vida ha tomado derroteros que jamás imaginé posibles. Rompí con esas partes de mi personalidad que nos hicieron tanto daño y decidí escoger por una existencia sin oscuridad. Comprendí que ambos reaccionamos frente a la existencia no como debimos, sino como pudimos. Es inevitable recordar y es más larga la amargura, que la felicidad. Sin embargo, te comunico que opté por empezar de cero, construyendo una conciencia integral de lo que deseo para mí y para las personas a las que amo y a las que me aman, no siempre coinciden, pero ahí están.
Te agradezco que me hayas dado el ser y que no te hayas rendido ante la avalancha de recriminaciones morales por no cumplir las expectativas de tu parentela, lista para censurar y no para ayudarte.
Te agradezco que me hayas sacado adelante, a pesar de mí mismo, y que estimularás mis logros, aunque no te quedaran claros.
Te agradezco los pocos instantes de comunión que tuvimos y que directamente en la recta final de tu vida hayamos comprendido el significado del perdón.
Te agradezco que en mi imaginación te suponga cuidando que no me suceda nada malo o intercediendo ante el Universo por mis peculiares acciones.
Te agradezco que me liberaras de un demonio mayor que nunca cejó en su afán de verme derrotado.
Te agradezco que cada año de la primaria hayas recibido y guardado las horrendas manualidades que me obligaban a hacer para pasar una materia.
Te agradezco que me dejaras ser, aunque nos costará lejanía y resentimiento.
Se cumplieron tus disposiciones y espero que el descanso eterno compense tus desdichas.
Es raro, pero antes cuando me llamabas esperaba una nueva calamidad; hoy que sé que nunca volveré oír tu voz en el teléfono, me agradaría saludarte y decirte que todos estamos bien.
Hasta los Dodos han crecido y me han recordado viejos ideales que estaban empolvándose en el ático de mi mente. Decidí sacarlos a la luz y proponerlos a la gente que nos lee, y déjame decirte que Tú estás en ellos, ya sea como inspiración, ya sea como declaración de principios.
Recuperé por la intervención del azar y la tecnología el contacto con una rama de tu familia, y una de mis tías se parece mucho a ti.
Visitó el panteón de vez en vez y espero el cumplimiento del plazo legal para comprar los derechos de perpetuidad. No porque crea que estás dentro de un nicho, simplemente porque de forma simbólica sigues en mi realidad.
Hoy es Diez de Mayo y, creo, que fuimos afortunados por tenernos por un tiempo el uno al otro.
Te agradezco que con todos los riesgos me dieras la experiencia irrepetible de existir.
Te agradezco igual que a mis abuelas postizas, ya inmortales, demostrarme la capacidad infinita que tienen las mujeres de amar.
Bendiciones, Madre, del hijo que nadie pudo quitarte.
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