domingo, 27 de septiembre de 2009

SOCIALES: EL REENCUENTRO

Fue una noche especial. Al menos para regresar quince años en el tiempo y devolvernos un poco de glorioso pasado. Fue encontrarnos con los iguales y con los recuerdos de quienes éramos y que, a pesar de uno, seguimos siendo. Nos reímos. Platicamos de las apuestas de vida y caímos en la cuenta de la incertidumbre del mañana. Faltaron los clásicos en anunciar con bombos y platillos su llegada y luego diluirse con la excusa menos inteligentes. Sin ser demasiados, nos las ingeniamos para parecer multitud y no dejar en mal las viejas anécdotas de la comunidad sin comparación.

Nos encontramos con las mismas personas pero con la carga de los años. Unos ganando, otros definiendo su existencia por distintos valores. Bebimos como vikingos alrededor de la hoguera y platicamos hazañas de guerra. El viejo cuerno de la integración sonó para convocar a los guerreros y las guerreras de esas batallas legendarias.

Redescubrimos el alma de nuestro Instituto y nos dimos el lujo de poner en alto una herencia casi ignorada por las nuevas generaciones. No somos producto de la nada o de la generación espontánea. Respondemos a un tiempo y una necesidad de existir. Antes de pensar en la mercadotecnia y la publicidad como disciplinas complementarias, el IMP enseñaba, abriendo brecha y decenas de escuelas, hoy investidas de la falsedad de presumir un abolengo inexistente.

Sin aspavientos de comités organizativos, Cynthia Presno aventó un mensaje al ciberespacio. Era indispensable reunirnos para sabernos vivos y plenos. La convocatoria admitió mensajes de muchas latitudes y una promesa de asistir, en muchos casos incumplida.

Quienes asistimos al evento de las polillas, terminamos siendo las caras de siempre y los forajidos de la eternidad. No fuimos muchos, pero sí lo suficientes para empezar a rodar la bolita de otros encuentros con mejor fortuna. El primer paso siempre es complicado. Apostamos fuertes y una importante lista de invitados quedo pendiente.

Vernos otra vez, implicó para todos mirarse en el espejo los otros y advertir ciertos cambios atribuidos a la edad o al descuido. Evocamos fantasmas chuscos y deprimentes. Confesamos travesuras complicadas y nos golpeamos la espalda para decirle al otro: la hermandad no se pierde, sólo se transforma.

Para todos el reencuentro estuvo marcado de la honda impresión de una hermandad ajena a principios conocidos. Lo hemos repetido: una vez IMP, siempre IMP.

Y ahí estuvimos copas en mano, compartiendo el abolengo dado por la antigüedad y saberse una pieza importante de una partida resuelta tres lustros atrás. Con familia, recursos importantes y una vocación por el desastre, los asistentes a esta primera reunión de exalumnos refrendamos pactos entre caballeros y damas. Nuestro origen los vale.

Al escribir estas líneas, el reloj marca las seis de la mañana y unas sombras sin descanso. No nos sentimos cansados, nos percibimos entusiasmados y con ganas de decirle a las nuevas generaciones crean en la continuación de los mitos. Somos un referente para comprender al IMP sin desperdicio. Convivimos varias generaciones de exalumnos y un grupo curioso de acompañantes dispuestos a conocer a ciertos personajes de leyenda. Esperemos haber estado a la altura.

Por supuesto, existirán otras integraciones y se extenderá a la invitación al extinto IMP Toreo pero la sensación de euforia del primer encuentro es inolvidable.

Gracias a los asistentes por recordarnos quiénes somos y la razón de amar al IMP al grado de entregarnos totalmente para asegurar un futuro de profesionales invencibles.

Digamos: la reunión vino a iluminar el largo camino recorrido para gritarle al mundo: somos los mejores por únicos e invencibles.

Esto nos trajo nuestro reencuentro.

3 comentarios:

Héctor Márquez dijo...

Hubiera sido buen detalle invitar a más gente ¿no? Lástima que mi presencia no fue requerida, por lo tanto, me zafo de la trompetilla. También no es para tanto, el pedestal donde el IMP se encuentra no es tan alto ¿o si?

Salud.

Héctor Márquez

LOS DODOS dijo...

Héctor: La falta de invitación obedeció a que la idea fue reunir a generaciones que salieron muchos años antes que la tuya.
En cuanto al tamaño del pedestal, éste depende de la dimensión de su gente: de la dedicación y necedad de defender la camiseta de sus maestros; del talento y energía de sus alumnos y de la labor de representación que hacen nuestros ex alumnos con su trabajo y su negativa a rendirse. Tú dirás cuál es su tamaño real.
Saludos.
Marcia

stephanie dijo...

jajjaja así o mas alto el pedestal ajja saludos