Por.- Raúl Gómez Miguel
Cinco horas aguantó el mexicano mejor alimentado de la nación a la abierta hostilidad de los miembros del Congreso, tratando de convencerlos de la viabilidad de la propuesta hacendaría y de las graves consecuencias de no actuar a su favor. A excepción del Partido Acción Nacional, las fuerzas políticas le pintaron un violonchelo al Secretario Carstens y le regalaron una larga lista de mentadas, disfrazadas en tribuna, y a bocajarro, a grito pelado. No faltaron los habituales connacionales desmadrosos alentando a cocinar al funcionario y darle de comer a los jijos de la guayaba culpables intelectuales de las extravagantes recomendaciones financieras. Sin mucho alarde de los medios, el desencuentro del Secretario y los legisladores se resumió en un solo punto: las medidas presupuestarias no pasarán sin el consentimiento de la mayoría, es decir, de la oposición y sus distinguidos intereses. Veremos quiénes llevan el cazo y la leña para la próxima comparecencia del señor de los dineros, pitorreándose de las arengas fraternales del Secretario de Gobernación, activo como una estatua.
Pese al acarreo y las ovaciones diplomáticas, dentro de Palacio Nacional, Felipe Calderón hizo un gritito deslucido y perdedor ante el mazacote habitual en este tipo de verbenas grotescas, donde acudieron dos concepciones distintas de una misma palabra: México. Mientras para el Poder Ejecutivo, las letras se les van escurriendo entre los dedos; a los ciudadanos la evoca una particular idea de pertenencia anual o dependiente de los juegos oficiales ganadas por la Selección de fútbol. La chunga patriotera se llevó la noche y con Presidente o no, la fiesta hubiera seguido. De ese nivel es el peso del Primer Mandatario en decadencia.
Con el habitual, “denos chance, estamos chavos”, la Procuraduría General de la República dejó en libertad a Jacinta, indígena otomí del pueblo de Santiago Mexquititlán, acusada por el delito de secuestro en agravio de SEIS elementos de la Agencia Federal de Investigaciones, en el contexto de un operativo contra la piratería en el tianguis del poblado. Después de tres años en la cárcel y una serie de acciones en su defensa producidas por organizaciones no gubernamentales, un juez anuló la sentencia de veintiún años basada en una serie de anomalías clásicas de la policía de estos lares. Naturalmente, la noticia se difundió poco y entre brindis y brindis por los héroes, la nota se fue diluyendo, sin resolver cómo una mujer pudo someter a los "afis" a punta de jicarazos sin entrenamiento alguno.
A pesar de la paranoia orquestada por el Gobierno Federal, las ceremonias del Grito de Independencia en el interior de la República fueron tranquilas dentro de lo esperado, salvo en plazas asediadas por el ejército y por el narcotráfico, experto en mandar mensajes puntuales a la autoridad, con asesinatos y levantones bien organizados a la vista del mundo.
El desfile militar del 16 de septiembre fue, dentro de lo esperado, una parada orientada al impacto del imaginario popular y a al asombro de la niñez. Sin sorpresas o incidentes a comentar, los contingentes cumplieron las instrucciones y los generalotes y almirantes mostraron las fuerzas ordenadas a su cargo, sin cifras o declaraciones complicadas.
En suma, dos días de festejos patrios dejaron una derrama económica importante para el comercio por consumo de bebidas embriagantes y los ingredientes culinarios de la temporada. Hubo cuetes de todo tipo y en la mañana de este jueves aun faltan mexicanos por aterrizar en las labores cotidianas o de plano persisten en seguir el reventón hasta el fin de semana. Total, para beber cualquier pretexto es aceptado.
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