Por.- EL DODO DJ
Con la participación de quince nombres, de más a menos, importantes en la música de la zona, se celebró, el 20 de septiembre de 2009, el polémico Concierto “Paz sin fronteras”, organizado por el cantante colombiano Juanes y el Instituto Cubano de la Música, en la Plaza de la Revolución José Martí de La Habana, con la asistencia promedio de un millón de personas con acceso gratuito y una burbuja de opinión pública inducida para darle un sentido comprometido a la variedad.
El cartel encabezado por Juanes, metido a Bono guapachoso region cuatro, tuvo a los cubanos Amaury Pérez, Cucu Diamantes y su grupo Yerbabuena, Silvio Rodríguez (el rey del chaquetezo ideológico seudo revolucionario), los Van Van, Carlos Varela, el grupo Orishas y X Alonso; a los españoles Miguel Bosé, Luis Eduardo Auté, Víctor Manuel (par de chiles de todos los mitotes progres); los puertorriqueños Danny Rivera y Olga Tañón, el ecuatoriano Juan Fernando Velasco y el italiano Jovanotti.
Sin mayores contratiempos a los supuestos, el concierto rodó por las vías de la música y el entretenimiento, entre una y otra consigna “política” típica en eventos de este cariz y loas a la unión de los hermanos en el exilio.
El verdadero espectáculo ocurrió en Miami, Florida, en la pequeña Cuba donde la extrema derecha anticastrista montó un show en contra de Juanes con todo y destrucción de CDS y las declaraciones incendiarias de traición, muerte al dictador y el largo etcétera repetido por décadas para no perder el estilo y los fondos financieros requeridos en la cruzada contra el ¿comunismo?.
Las palabras del presidente de los Estados Unidos Barack Obama, dando su bendición por el acercamiento de Cuba a la democracia, o sea, vayan cayéndose con lo nuestro, inspiraron en el evento una tónica de excepcionalidad bastante cuestionable.
La asistencia a la cita fue en su mayoría de jóvenes, la vieja guardia contempló con escepticismo los números musicales y no se tragaron las buenas intenciones de los organizadores, en especial de Juanes, quien se ha llevado carretadas de publicidad gratuita para su cosecha sin perder la moda “humanitaria” del cantante de U2.
Hasta Hugo Chávez aprobó de “maravilloso” el encuentro artístico y, siempre solidario en eso del sueño de Bolivar a conveniencia, alabó el aporte a la integración de los cubanos exiliados y los isleños.
La prensa dizque especializada, en el continente americano, se deshizo de aclamaciones y alabados al señor Juanes y las “personalidades” comprometidas en un proyecto tan ambicioso y tan difícil de concretar (sin explicar la agonía del régimen y la cantadísima apertura de su reino, además de los enjuagues implícitos en los permisos).
La acreditación de 160 periodistas, ¿160?, se tomó en calidad de noticia y las curiosidades estuvieron a la orden de las horas: desmayos, mensajes, coros y demás pachanga.
Sin embargo, un error imperdonable en la información fue calificar a Juanes de rockero, cuando si mucho, sus canciones caen en el pop caribeño y no en la fuerza bruta del género apuntado.
Transmitido por la televisión internacional e Internet, “Paz sin fronteras” se sumó al primer proyecto protagonizado por Juanes en 2008, cuando Colombia y Ecuador andaban de la greña por la frontera y el paladín de los justos se metió a predicar las buenas vibras.
En ambos casos, Juanes se paró el cuello, mantuvo el alto perfil mediático y se perfiló en el pedestal altruista acariciado, pobremente en verdad, por los mexicanos Saúl Hernández y Fher, del grupo Maná.
En el análisis estrictamente musical, el concierto fue un catálogo de repertorios probados, algunas caras desprestigiadas y de presten los focos para dejarme ver.
Por momentos temí la aparición de Don Francisco y el Chacal, de ese calibre estuvo el show, en una ciudad acostumbrada a las promesas incumplidas.
En unas semanas calcularemos el efecto de esta jornada libertaria sin camisa chunda, pero eso sí hartas camisetas blancas.
Aguanten al disco y al dvd conmemorativo.
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