miércoles, 6 de abril de 2011

ASUNTOS EXTRANJEROS: AFGANISTÁN Y LOS DESVARÍOS DE UN REVERENDO ESTADOUNIDENSE

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Simplemente por que así se las gastan los ministros de culto de cualquier parte del mundo. Si algo no les parece, toman caminos sin retorno que cobran víctimas en otra parte.

Todo empezó cuando una iglesia pequeña, Dove Outreach Center, del reverendo Terry Jones, amenazó con destruir un ejemplar del libro sagrado. El pastor canceló el acto en 2010, pero finalmente lo llevó a cabo el 20 de marzo pasado en su iglesia de Gainesville, Florida.

El diario Los Angeles Times reportó que aunque la noticia de la quema del Corán pasó desapercibida en EU, enardeció a la gente en Afganistán, donde líderes religiosos repudiaron las acciones del pastor estadounidense. Tras el ataque, Jones pidió que se “exijan cuentas al Islam”. El pastor dijo que los países dominados por los musulmanes deben “cambiar sus leyes” y permitir “el derecho al culto, libertad de expresión y de movimiento” para que cristianos y otras minorías los ejerzan “sin miedo de ser atacados o asesinados”.

Con esa sencillez asesina, el reverendo atizó una hoguera estimulada por la ira de millones de musulmanes en todo el mundo, que desde el año pasado manifestaron una oposición franca, al desvarío propagandístico de un tipo que anhelaba sus quince minutos de fama.

El primero de abril de 2011, manifestantes afganos enfurecidos por la quema del Corán por parte del predicador en Estados Unidos invadieron un complejo de la ONU y mataron al menos a siete empleados extranjeros, en el ataque más mortal contra el organismo en el país.

Miles de manifestantes tomaron las calles tras las oraciones del viernes y se encaminaron hacia la sede de la Misión de Asistencia a Afganistán de las Naciones Unidas (UNAMA, por sus siglas en inglés) en la usualmente pacífica Mazar-i-Sharif, una ciudad considerada lo suficientemente segura para estar en la vanguardia de la transición de seguridad. Los manifestantes incendiaron la oficina y lanzaron piedras contra miembros de las fuerzas de seguridad que vigilaban el recinto.

El gobernador de la provincia de Balj dijo que insurgentes habían usado la marcha como cobertura para atacar el complejo de la ONU, en una batalla que se extendió durante varias horas y plantea serias dudas sobre los planes de convertir la ciudad en un modelo para la transferencia de la seguridad a las fuerzas afganas.

Los fallecidos confirmados son tres empleados extranjeros de la ONU y cuatro guardias internacionales de Nepal. La policía afgana anunció el arresto de más de 20 personas, incluido un miliciano, quien a juicio de las autoridades fue quien encabezó el asalto en Mazar-i-Sharif, la capital de la provincia de Balj. El sospechoso era un insurgente de la provincia de Kapisa, bastión de los milicianos a 400 kilómetros al sureste de la ciudad, dijo la policía.

Cuatro manifestantes perecieron también por la violencia en Mazar-i-Sharif, que figura en una lista de las siete zonas del país en que las fuerzas de seguridad afganas deben tomar el mando, de manos de una coalición encabezada por Estados Unidos, a partir de julio. Otras protestas, que fueron pacíficas, se realizaron en Kabul y Herat, en el oeste de Afganistán, ilustrando un resentimiento mayor contra Occidente en un momento crítico de la guerra en el país.

El jefe de la fuerza de paz de la ONU, Alain LeRoy, dijo que el principal enviado del organismo en Afganistán, Staffan De Miostura, quien está en Mazar-i-Sharif, considera que “Naciones Unidas no era el blanco” del ataque.

“Ellos querían encontrar un blanco internacional y la ONU era el que estaba ahí, en Mazar-i-Sharif”, dijo LeRoy a la prensa en las oficinas del organismo mundial en Nueva York.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, condenó “en los términos más enérgicos” el asalto a la ONU, al igual que Ban Ki-moon, secretario general del organismo mundial, quien dijo que había sido una acción “cobarde y sin justificación alguna”.

El Consejo de Seguridad de la ONU también condenó el ataque a UNAMA y exigió al presidente afgano Hamid Karzai esclarecer los hechos y castigar a los autores.

Por supuesto que la condena internacional al atentado es unánime, no obstante, en honor a la verdad, el verdadero responsable sigue, en su mente torcida, alabando al Señor incitando a la intolerancia, encubierto en una supuesta convocatoria a la libertad. Siendo justos, mínimo, el Reverendo Jones merece una sanción por parte del gobierno de Estados Unidos, pues nada justifica la ofensa religiosa que hizo al quemar una copia del libro sagrado de un importante porcentaje de creyentes en el orbe.

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