jueves, 24 de junio de 2010

MARASSA: A KISS IS JUST A KISS?

POR:EL DODO DE ANTAÑO

NOTA: Favor de leer el siguiente artículo escuchando "As time goes by" que es la segunda canción de nuestro ipod.




El domingo 20 de junio de 2010, a los 91 años de edad murió, Edith Shain, la famosa enfermera, quien diera el célebre beso en la boca a un marinero en Times Square, Nueva York, y que simbolizó el final de la Segunda Guerra Mundial para los Estados Unidos.

Alfred Eisenstaedt fue el fotógrafo que capturó el instante preciso de esa caricia el 14 de agosto de 1945, día en que Japón se rindió a los Estados Unidos.

Sin embargo, no fue hasta la década de los setenta, del siglo pasado, que la mujer de la fotografía pudo ser identificada, sin embargo, a la fecha, la identidad del marinero sigue cubierta con un halo de misterio pues muchos han sido los candidatos, pero nadie ha aportado pruebas contundentes de ser él.

Edith Shain nunca estuvo segura de quién la besó, simplemente, fue algo que ocurrió y que fue fotografiado para la Revista Life que le dio la inmortalidad.
En retrospectiva, Shain admite que jamás se le ocurrió pedirle el nombre o el teléfono al efusivo combatiente. De haberlo hecho, la historia pudo haber sido diferente.

Edith Shain, convertida en un ícono reconocido de una época gloriosa de los Estados Unidos, en vida contribuyó en diversos homenajes a favor de esa generación de estadounidenses que hizo posible el nacimiento del mundo tal y como lo conocemos.

Por supuesto que, por motivos altruistas, Edith Shain reconstruyó el entrañable beso que hoy figura en las memorias gráficas especializadas en aquel conflicto bélico.

Más allá del valor artístico y estético, la imagen tiene algo superior; ese dejo de esperanza en el futuro, donde el amor y la paz pueden encontrar refugio, lejos de la destrucción de la barbarie y la vida.

“As time goes by”, canción tema de la película Casablanca, mi filme favorito de todos los tiempos, en su letra que un beso es un beso; en el caso del de Edith Shain, me pregunto si no hay besos que son algo superior, algo que no se puede expresar con palabras y que se necesita de las bocas para hablarle a la intimidad de los seres humanos.

Shain no fue un premio Nóbel o la cronista de una ciudad desquiciada; fue una mujer que unió sus labios a los de un hombre en una de las ciudades más famosas del mundo para perpetuar el renacimiento de un mundo en ruinas, en el que los corazones de hombres y mujeres, a pesar del desastre, supieron hallar un sentimiento.

Por eso, por esa humanidad, merece estar en la historia y en nuestra memoria.

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