POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
Se perdió contra Argentina. Sin embargo, tengo reacciones encontradas. Por un lado, reconozco el error del árbitro al marcar un gol en fuera del lugar, el error de la defensa mexicana y la imparable tercera anotación de los albicelestes. Esos son hechos que sustentan el resultado. Por el otro, encabrona la timidez de Javier Aguirre al regalar cuarenta y cinco minutos de juego a esa entidad nefasta apodada “Bofo” y no poner a otro centro delantero; luego sacar en el peor momento a Guardado para meter a Franco, otra nulidad permanente, y no quemar todos los cartuchos para ir al frente.
Sigo pensando que Argentina es una selección inflada, que no ha sido requerida por un genuino rival. Por ende, la salida de México de Sudáfrica 2010, siguiendo con el ejemplo del microcosmos, tiene un responsable del “más alto nivel”, un hombre poderoso que no supo qué hacer con el cargo. Igualito que Calderón.
Yo aplaudo a los jóvenes jugadores, a los que a pesar de las extravagancias del “Vasco” trataron de no derrumbarse. Admiro las ganas de Barrera, el “Chícharo”, Gio y esta naciente generación de profesionales que no se doblan. Veo lo que la vida cotidiana me muestra: un México que sobrevive con determinación, corazón y gónadas, soportando una ficción de arribistas, prepotentes, influyentes que son los culpables de que este país no termine de crecer.
Me es imposible no suponer una ruptura entre el México real y la parodia que se ufana de “ser” lo que no le alcanza, y no es que sea un profeta de la destrucción o un emisario del pasado, simplemente que por las circunstancias extremas, internas y externas, reducen la elección a una sola opción, en la que no están incluidos los jerarcas al estilo Javier Aguirre, para continuar en la analogía deportiva, que exigen logros, poniendo todos los obstáculos posibles.
Cinco mundiales sin llegar al quinto partido, revela algo: o no podemos (explicación idiota que no viene al caso discutir) o tenemos que cambiar, lo que implica una verdadera revolución en la estructura general del fútbol profesional y la configuración de selecciones a fin de no acabar peor en cada participación.
La decisión está en nosotros y no precisamente en los que azuzaron a las turbas y ahora no las pueden controlar.
Yo creo en el valor individual y en la suma colectiva de voluntad, en consecuencia, hoy que comienza la semana meditemos, antes de entrarle al trabajo, si hemos de hacerlo como campeones o como eternos suspirantes al título, esperanzados que nos lo regalen.
Sólo hay una sopa: no rendirse y que la pelota siga rodando; esto nos dará eventualmente el gol de la victoria.
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