viernes, 20 de enero de 2012

REFLEXIONES PERIODÍSTICAS: NORBERTO CARRERA, EL "DEMOCRÁTICO"

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

En el fallido, pero solapado, intento de democracia mexicana, las “fuerzas vivas” de la grilla no pierden oportunidad para entrometerse y revolver más las cosas.

Empujando el enésimo intento de la Iglesia Católica para brincarse las trancas de la convivencia social, el cardenal Norberto Rivera Carrera afirmó que la libertad religiosa es un derecho humano y no se puede reducir la fe a un templo, por eso llamó a los católicos a no tener miedo y practicarla en público, porque esta, dijo “es una visión del mundo que se encuentra, en la economía, en la política, en la ecología y en el sexo”.

La convocatoria a manifestar una creencia religiosa en una sociedad en que el respeto a la diferencia es nulo, actitud en la cual, las sotanas son bastante responsables, sólo traería un mayor enfrentamiento entre las diversas posturas ciudadanos ante los credos espirituales.

El purpurado decidió entrar al debate de las reformas al artículo 24 constitucional aprobadas en la Cámara de Diputados y destacó que la fe es algo personal, es “una respuesta que cada quien puede dar desde lo más sagrado de su libertad. Por eso continuamente reclamamos ese derecho natural de la libertad religiosa que se tiene como ser humano”

Pero esa libertad de fe, indicó, “no se puede reducir al ámbito de lo íntimo, debe traducirse en obras” y advirtió: “Así concebida la fe no puede ser un escapismo de la historia y de los problemas humanos, al seguirla para iluminar las tinieblas se corre el riesgo de sufrir el rechazo como Cristo.”

En apoyo a la defensa de los cambios constitucionales, la Arquidiócesis de México exhortó a los senadores a aprobar las reformas al artículo 24 sobre libertad religiosa, porque indicó que en nada cambia la relación entre el Estado y las Iglesias, porque las define el artículo 130 y “este quedó intacto”.

Sin definir exactamente que entiende como “práctica religiosa en público”, Rivera Carrera olvidó que anualmente entre los adeptos a San Judas Tadeo y a la Virgen de Guadalupe, sin contar todo el santoral que conmemoran diferentes poblaciones de la República, no hay día sin que públicamente no se honre la devoción.

Cerrando la pinza de la protesta, el semanario Desde la Fe, publicación oficial católica, destacó que uno de los últimos acuerdos de la Cámara de Diputados antes de concluir el periodo de sesiones en diciembre de 2011, fue la modificación del artículo 24 constitucional que trata sobre la libertad religiosa y de conciencia. “Esto provocó, desde luego, una serie de reacciones, de políticos y comunicadores, muchas de ellas sin bases y sin argumentos”.

Habría que preguntar si eso de “sin bases y sin argumentos” no descalifica las posturas opuestas a facilitarle a la Iglesia mayores espacios a los que ya tiene, so pretexto de una normatividad jurídica populachera y distante de una verdadera búsqueda del interés colectivo.

No es que la tónica general de quienes se oponen a esta modificación sea señalar que se está atentando contra el Estado laico y se le dan grandes privilegios a la Iglesia católica; en los fundamental se evoca las funestas consecuencias históricas ocurridas en los siglo XIX y XX, precisamente por la intervención de los curas en la política.

En efecto, “estas ideas son falsas, pues los derechos humanos no se establecen para instituciones o estructuras, sino para las personas”, entonces por qué insistir en el protagonismo eclesiástico cuando los feligreses, previo respeto a la ley, hacen uso de su derecho, incluso afectando las libertades de los demás.

La revista continúa “El verdadero Estado laico es el que garantiza este derecho para todos, tomando en cuenta las exigencias de la dignidad de toda persona y del legítimo pluralismo social y esto significa que los creyentes deben dejar de lado los complejos y los miedos para expresar con respeto y con madurez sus propias convicciones, privada y públicamente, en lo que atañe a convicciones de conciencia y de religión”.

Los no creyentes, agrega el semanario, deben conducirse con respeto y madurez para saber escuchar a quienes piensan de manera distinta. “Los católicos sabemos que la vida pública no puede quedar en manos de un solo criterio, pues estaríamos hablando de una dictadura ideológica que no respetaría los derechos y las convicciones de todos, tal como sucede en los estados totalitarios”

No obstante, esa supuesta “preocupación” no ha sido esgrimida por el resto de cultos que operan en el país y tampoco por sus “líderes” representativos. De hecho, salvo los católicos, los creyentes actúan en el ámbito íntimo, dividiendo con claridad lo terrenal, de lo divino.

La Arquidiócesis de México consideró que existe un avance significativo: poder expresar las convicciones éticas y religiosas desde la propia conciencia, ya sea individual o colectivamente. Porque la libertad religiosa y la libertad de conciencia “implican mucho más que una expresión de culto público: es el derecho que tiene cada persona de contribuir, desde sus convicciones éticas y religiosas, al bien común; es decir, el derecho de participar, sin discriminaciones, en la construcción de la realidad social y cultural del propio país.”

Detrás de la retórica, lo que la Iglesia quiere que el ciudadano se conduzca como creyente en áreas en las que, desgraciadamente, el reino de los cielos y la vida eterna guardan poca relación.

Si hubiera alguna duda, el artículo 24 señala: “Todo individuo tiene el derecho a la libertad de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de tener o adoptar, o no tener ni adoptar, la religión o las creencias de su elección, así como la libertad de manifestar su religión o las creencias, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, mediante el culto, la celebración de ritos, las prácticas, la difusión y la enseñanza: siempre que no constituyan un delito o una falta sancionada por la ley”. Ahora que no incluya la mano ensotanada en los asuntos estatales, es otra contar y es una bronca que debería de arreglar la cúpula católica y sus allegados “grillos” sin enrarecer el ambiente, proclamándose defensora de derechos que jamás ha respetado.

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