POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
La contabilidad siniestra de 2011 comenzó a salir.
Después de doce meses de una continua guerra contra el crimen organizado, el gobierno federal aun no logra aclarar absolutamente nada que no sea el discurso común de la “defensa de los mexicanos” y “el imperio de la legalidad”. Desgraciadamente ni los mexicanos nos sentimos seguros y tampoco la ley ha hecho mucho para cambiar la percepción de que sólo los pendejos caen en la cárcel, Ahogados en un baño de sangre sin precedentes en tiempos de paz, los ciudadanos comprobamos día a día que las actividades ilícitas ocurren sin el menor viso de agotamiento.
Felipe Calderón podrá decir misa a favor de sus decisiones en materia de seguridad nacional, sin embargo, el deterioro de las instituciones es avanzado. Lamentando las perdidas humanas, las fuerzas de seguridad pública cumplen ordenes y se hunden irreversiblemente en la mala imagen que la colectividad construye a partir de las denuncias conocidas sobre afrentas a los derechos humanos y civiles.
Veracruz, Guerrero y Nuevo León fueron en 2011 los tristes protagonistas de un incremento brutal de ejecuciones, debidas al crimen organizado.
En Veracruz se perpetraron 490 ejecuciones, cifra superior a los 51 crímenes de todo 2010, lo que representa un incremento de 960 por ciento.
Guerrero vivió el año más violento del sexenio al reportar mil 233 ejecuciones, 40 por ciento más que en diciembre de 2010.
Nuevo León pasó de 453 personas ejecutadas en 2010 a mil 44 ajusticiamientos vinculados al narcotráfico en 2011 (230 por ciento más), siendo junio el mes más violento para esa entidad con 145 ajusticiamientos.
En total, durante 2011 el crimen organizado ultimó a 12 mil 284 personas, 398 menos que las reportadas en 2010, con lo que se acumulan 46 mil 969 muertes relacionadas al narcotráfico en el sexenio de Felipe Calderón.
Aun en el mes diciembre pasado, el crimen organizado ultimó a 905 personas: 41 mujeres, 19 policías y 14 menores de edad.
Los hechos de violencia en 2011 mostraron una disminución considerable en Chihuahua, donde 3 mil 487 personas fueron ejecutadas, lo que representa una baja de 26 por ciento respecto al total de asesinatos perpetrados en 2010.
En el mes que terminó recientemente 244 personas fueron ejecutadas en el estado, cifra 47 por ciento inferior a la reportada en agosto de 2010, la fecha más violenta del sexenio para ese estado.
Sin embargo, Chihuahua sigue siendo el estado con más muertes relacionadas con el crimen organizado, con un promedio diario de 10 ejecuciones.
Lo anterior, por supuesto, no incluye el resto de datos rojos y el sin número de ilícitos que no alcanzaron investigación.
Aunque las comparaciones son odiosas, ningún sexenio de la época reciente iguala los tributo de sangre que Calderón le ha impuesto a la Nación en aras de una cruzada que, sabemos, es casi imposible de vencer en el corto plazo y que necesitaba una verdadera inteligencia estratégica, ausente en los arranques soberbios de un mandatario opacado en su propio enanismo.
2012 no será un año de pacificación, al contrario. Los intereses oscuros dentro y fuera de la sucesión presidencial manejaran la violencia como un elemento de presión volátil en el alcance de los objetivos.
Calderón sacó a los monstruos del letargo, veamos quién los mete en sus madrigueras.
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