Por.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL
En otro bomba informativa típica de la prensa estadounidense, el diario The New York Times aventó la exclusiva que agentes antinarcóticos de su país encubiertos blanquearon millones de dólares procedentes del tráfico de drogas para investigar cómo operan y seguir la pista a los cárteles mexicanos.
Ajustándose al protocolo de inteligencia vigente, los agentes, la mayoría del Departamento Estadounidense Antidroga (DEA), trasladaron cientos de miles de dólares de dinero ilegal a través de la frontera.
El objetivo, según la publicación, era identificar cómo trabajan las organizaciones criminales, cómo mueven el dinero, cómo mantienen los activos y quienes son sus líderes.
Con esa justificación casi infantil, los agentes depositaron el dinero en las cuentas que les indicaron los traficantes o en algunos casos crearon cuentas propias.
The New York Times estableció que este tipo de operaciones es común en diferentes países y que en México se han efectuado desde tiempo atrás.
La DEA, según el trabajo del rotativo, siembra el dinero y deja que los cárteles actúen por varios meses, incluso años, hasta que deciden hacer redadas y arrestos, sin importar el daño colateral que hagan entre la población civil o las mismas instituciones nacionales.
El diario pone de manifiesto que este tipo de operaciones son especialmente delicadas puesto que cuestionan la efectividad de la agencia para acabar con capos de la droga, ponen de relieve las preocupaciones diplomáticas sobre la soberanía mexicana y difuminan la línea entre la vigilancia y el delito de facilitación.
En otras palabras, usan a los países como laboratorios para evitar probable operaciones dentro de los Estados Unidos, violando las mínimas normas de convivencia y cooperación internacionales.
El Congreso de los Estados Unidos, más por motivos de poder que por una defensa real del derecho entre naciones, ha cuestionado severamente esta manera de investigación encubierta, sin embargo, se siguen aprobando.
Habiendo cuantiosas sumas de dinero en movimiento, las autoridades le han perdido el rastro a miles de ellas, y dos fueron encontradas en el lado estadounidense de la frontera en diciembre de 2010 en el lugar donde fue asesinado un agente de la patrulla fronteriza estadounidense.
El descontrol naturalmente encendió focos rojos, pero el tiempo y los recursos en juego no permitieron la marcha atrás.
En la ilógica de los agentes, no es lo mismo blanquear dinero que pasar armas. Así que los dólares fluyen y no se ve que escaseen.
Personal experimentado en el campo de las filtraciones monetarias aseguró que ese es el camino correcto porque los grandes capos de las drogas no son fáciles de atrapar y que sólo a través de la riqueza es posible acercárseles.
Todavía resintiendo los efectos del escándalo “Rápido y Furioso”, que destapó la cloaca del envío de armas ilegales a la frontera, el gobierno mexicano tendrá que aclarar el conocimiento que tuvo de la lavandería financiera, y Washington, de ser posible, cómo es que en la Iniciativa Mérida pone unos cuantos centavos y por fuera avienta la casa por la ventana.
No olviden que únicamente Calderón y sus hipnotizados, junto al interés de los Estados Unidos, solapan la tragedia que devasta a México.
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