miércoles, 19 de enero de 2011

SIMULACIONES REPRESENTATIVAS: "RED SOCIAL" O DE AQUÍ SOY

POR.- EL DODO DU CINEMA

Avalada por los Globos de Oro, recientemente entregados por la crítica especializada, el filme “Red Social” (The Social Network, 2010) del director David Fincher (El club de la pelea y Seven) resume para el mundo la aventura tecnológica, la oportunidad de negocio y el mito del “self made man” que puso a Mark Zuckerberg, creador de Facebook, en los cuernos de la luna, casi a la par que Bill Gates, fundador de Microsoft, como los millonarios inteligentes del nuevo milenio.

En la naciente década de este siglo, queda claro, al menos en la percepción cinematográfica de la metrópoli, el valor del ingenio, talento o lo que sea, sobre amasar fortunas en la manera habitual. La sociedad estadounidense, obsesionada con los méritos, avienta a los fanes una bio-epic rebosante de múltiples ángulos a leerse; desde el lineal hasta las implicaciones ¡filosóficas! de generar una comunidad de usuarios virtuales a un nivel impensable en los sueños del progreso y la humanidad.

Bendecida por los críticos en rangos excepcionales, el largometraje es impecable en la construcción de miniaturas, típicas del estilo narrativo de Fincher, y a caballo entre la realidad histórica y los clichés del entretenimiento, el producto sugiere otros proyectos de antaño: “Todos los hombres del presidente” (Alan J. Pakula, 1976) y “Los piratas de Silicon Valley” (Martín Burke, 1999).

Sin aportar mucho a la fórmula, “Red Social” es la película “intelectual” en la contienda por el Óscar y, probablemente, será ganadora de alguna estatuilla.

La película, basada en la novela de “The Accidental Billonaires” (Ben Mezrich), permea una visión anecdótica ruda del triunfo a costa de las traiciones íntimas. El creador de Facebook pierde sus escasas relaciones sociales en aras de traerle al público una herramienta de convivencia impagable. La referencia al sacrificio de los inventores es sintomática de la mentalidad de los Estados Unidos que no comprende por qué el planeta les tiene tirria, si han dado la felicidad del capital a naciones enteras.

Sin omitir el reparto atinado, “Red Social” es una mercancía de entretenimiento y no celebra mayor grandeza. Para la audiencia consumidora de este tipo de entregas, los 120 minutos de duración bastan en el efecto de empatía al ganador y el rechazo a los obstáculos encarados. Ajena a un cuestionamiento de las posibilidades reales de control social, la producción es un cuento de hadas con final feliz; un lavado de manos preventivo, en caso de un desenlace insospechado en la materia.

Es un hecho que el “cara-libro” es un evento que definió una generación y será perpetuado en la memoria por venir. No obstante, en el tópico de la tecnología versus el hombre, el hallazgo no es tan puro ni tan simple.

“Red Social” es una película light, baja en calorías y dirigida a la beatificación de Zuckerberg a costillas de la simpleza de los usuarios que ofrendaron la intimidad por ser “alguien” en el ciberespacio. No tenemos opción. La inmortalidad cinematográfica así lo plantea.

Tardaremos algunas décadas en saber la realidad detrás de las fortunas alabadas y, quizás, ya no resulte relevante, pues, las plataformas “high tech” impedirán interrogantes ociosas y análisis críticos del confort somnífero de las aldeas digitales. La fugacidad sustituye la trascendencia y, precisamente, el señalamiento explica la importancia de “Red Social” y la acelerada ovación que la acompaña... por el momento.

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