martes, 13 de abril de 2010

APUNTES: AHORA, LOS GORDOS

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

La obesidad es un padecimiento que ha puesto a los Estados Unidos y México a la cabeza de una lista de naciones afectadas severamente por el sobrepeso.

Sin embargo, es pertinente hacer una aclaración definitiva. El sobrepeso es común en cuanto a la muerte que provoca, no obstante, el tipo de obesidad es diferente como el cuadro general que presenta en cada ser humano.

Desde una perspectiva integral, esto es, la inclusión de todos los factores de calidad de vida aceptados por la Organización de las Naciones Unidas, la obesidad estadounidense es generada por la opulencia excesiva de ingredientes que, en teoría, aumentan los beneficios directos de la comida. El gordo esta sobrealimentado.

En el caso de México, la enfermedad es al revés; la obesidad de nuestro pueblo es gordura de pobreza en todos los sentidos y una resultante, idéntica a la de Estados Unidos, del tipo de sociedad en que nos hemos convertido.

Expuesto de otra manera, es obligado querer frenar esta causa de muerte, transformando los factores integrales globales que las facilitan.

Una de las consecuencias inmediatas del sobrepeso es la diabetes, cuya aparición en nuestra población se ha revolucionado drásticamente, según datos aportados por el Seguro Social (con un cincuenta por ciento de los afiliados al sistema de seguridad social) en ese rubro se van cincuenta millones de pesos diarios. Lo que suma al año 18, 250 millones de pesos. Si, citando la misma fuente, un hospital de 190 camas cuesta 550 millones, atender a esos enfermos requiere el costo de 40 hospitales equipados.

Reporta la institución que por enfermedades y complicaciones de salud vinculadas a la obesidad mueren al año 28, 587 derechohabientes. Setenta y ocho al día, con el margen de costo destacado al Estado.

La Cámara de Diputados, en su tiempo cósmico, evaluará una iniciativa contra la obesidad, donde intereses económicos privados podrían salir muy raspados, al igual que el coto feudal de la maestra Elba Esther Gordillo: el intocable SNTE, y la Secretaría de Educación Pública.

Para los especialistas, es en las primarias donde está la raíz del problema, al menos en lo inmediato, debido a que en las cooperativas escolares no existe un control bien estructurado de lo que se le debe de vender al alumnado.

Desde que la gordura llamó la atención de la agenda presidencial, la SEP se ha lavado las manos, emulando a los sindicalizados, por carecer de autoridad en la materia. El deslinde no es gratuito porque las empresas productoras de alimentos y bebidas “chatarra” perderían importantes sumas de dinero, además de cargar una mala percepción en los consumidores externos a las escuelas.

Recordemos que son precisamente estos consorcios empresariales un fuerte grupo de presión que no sólo atañe directamente a México, sino a sus sedes en los países desarrollados.

Veremos a los grillos aventándose estos tiros con sus patrocinadores subterráneos, aunque dudamos que exista una idea de interés común, sino otra estrategia oportunista de acelerar el cabildeo para las elecciones de este año y acomodar los resultados para la grande en 2012.

Metidos en el oportunismo grillo, ¿recuerdan el nacimiento mitotero del Seguro Popular en el sexenio de Vicente Fox, y engrandecido por Felipe Calderón? ¿Lo ubican? Pues aquí les va un detalle de cómo gastan los señores del poder: en 2006 el S.P recibió 18 mil millones de pesos y 2010 se le destinaron 52 mil millones.
No contentos, el Banco Mundial aprobó un préstamo por mil 250 millones de dólares para que el Seguro Popular amplíe su cobertura.

A fin de manejar el Seguro Popular en las entidades federativas, se crearon Regímenes Estatales de Protección Social en Salud (REPSS), sin embargo la confección obedeció al gusto de cada estado, de esta manera hábilmente veinticuatro entidades cuentan con regímenes dependientes de las secretarías de Salud locales, por lo que no tienen capacidad técnica ni autonomía de gestión para administrar los recursos.

Por ende, sabrá Dios a dónde va a parar tanto dinero y cómo a pesar de la machacante retórica de la preocupación por los que menos tienen, al perro más flaco se le siguen subiendo las pulgas.

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