lunes, 10 de agosto de 2009

A TÍTULO PERSONAL: GRÚAS

Por: RAÚL GÓMEZ MIGUEL

En una comida, acompañado de amigos, en un restaurante de la Colonia Roma, de la Ciudad de México, después de haber estacionado los automóviles a lo largo de una calle SIN SEÑALAMIENTO ALGUNO DE NO ESTACIONARSE, nos percatamos de la desaparición casi divina de uno de los coches y salimos alarmados a ver lo ocurrido.

Atrás de nosotros apareció una familia completa con cara de congoja preguntándonos por los autos dejados en el lugar. Como siempre sucede hubo testigos de cómo una grúa, cual banda de roba coches, tuvo la gentileza de llevarse las unidades sin avisar y sin haberse violado, por parte de los dueños, algún artículo de la ley.

En plan solidario, en bola fuimos al corralón correspondiente a rescatar el vehículo, no sin antes sufrir la actitud prepotente de los uniformados, a quienes mapa en mano les demostramos la improcedencia del arrastre de la grúa. Fue hablarle a las piedras; los tipos querían la lana y nosotros el coche. Por supuesto, actuaremos de acuerdo a derecho, pero mientras eso sucede, les dejo unos datos interesantes del negocio (para no decir el robo en despoblado) perpetrado por las autoridades capitalinas durante el primer semestre 2009, según datos oficiales a disposición de los medios.

Las cifras recientes de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSP-DF), dadas a conocer por una petición de acceso a la información pública, ubican las ganancias por infringir el Reglamento de Transito Metropolitano en 162 millones 888 mil 750 pesos, sin contar mordidas y arreglos no cuantificados, únicamente por llevar automóviles al corralón.

Fueron 217 mil 185 vehículos remitidos a 39 depósitos, siendo los corralones de la Colonia Obrera, Río San Joaquín y Centro Histórico los más ocupados sumando 53 mil 955 autos.

Construcción y Diseño de los Ángeles S.A. de CV., Transperc S.A. de C.V., Grupo Conagra y Fernando de José Federico Ramírez aportan 165 grúas de las 226 autorizadas para las 16 delegaciones políticas.

El gobierno de la ciudad cobra por el arrastre de un vehículo, cinco salarios mínimos: 294 pesos, y el gasto de la grúa de 423 pesos. A esos costos se agregan 30 pesos por día a modo de pensión, dando un neto de 747 pesos base. Todo por estar mal estacionados, según el criterio de los uniformados, o ponerse en doble fila.

Las concesionarias reciben 200 pesos más IVA por cada viaje y, por ende, en la búsqueda de la chuleta se generan situaciones injustas como las descritas al principio de esta nota.

La Secretaría de Seguridad Pública afirma tener los gastos de operación de sus grúas incluidos en el presupuesto de la dependencia.

Sea como sea, las grúas recorren la ciudad con una mentalidad de negocio y no de servicio público, pues, consta en colonias de poco poder adquisitivo y tráfico vehicular fuerte, la ausencia de esta calamidad, afectando únicamente los espacios donde hay dinero y hay una preocupación del propietario para recuperar un auto.


Por supuesto, existen malos conductores y vivales dispuestos a estacionarse donde se les da la gana, sin embargo, en unas calles tomadas por los franeleros, estacionamientos públicos de tarifas estratosféricas, parquímetros arrevesados y unos policías atentos a ensartarse al prójimo, es muy difícil eludir los abusos de las grúas.

Y la comida nos cayó mal.

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